DUES MIRADES

Ligados a la plaza

EMMA RIVEROLA

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Y la plaza se convirtió en cadena. Una cadena sin cierre ni ataduras. Sin más poder que la fuerza del vínculo. Quisieron romperla y miles de eslabones se unieron para expulsar al grillete. Eslabones de aquí y de allá. Eslabones hartos de sentirse atrapados y engañados por aquellos que aseguraron protegerlos.

Sois muy pocos, les dicen algunos. Uníos y seremos más. No presentáis alternativas políticas ni económicas, les recriminan. Pues detengámonos a pensarlas entre todos. No sabéis adónde vais, les acusan. Sumaos y llegaremos más lejos. Y basta esta respuesta tranquila, sin urgencia ni cólera, para provocar a los que se creen dueños de todas las argollas.

¡No nos importa quién gane las elecciones! ¡El Sol está con Barcelona! Las plazas gritaron y en algunos ismos aparecieron manchas de óxido. La indignación ensambló la cadena. Pero la dignidad guió sus pasos. Para vergüenza democrática, el poder intentó acallarla con violencia. Y la televisión pública escatimó imágenes de la noche del triunfo: esa en la que ganó el Barça y la convivencia. Pero la realidad es tozuda y se impone sobre quien pretende ocultarla o silenciarla. Las plazas se vaciarán, pero una cadena de sueños y reivindicación permanecerá ligada a ellas. Una cadena hecha del pálpito de miles y miles de personas que, involuntariamente, nos ha mostrado el verdadero rostro de nuestros dirigentes.