EN CLAVE EUROPEA

Libia avergüenza a la UE

Manifestantes protestan contra la esclavitud denunciada en Libia, en Estocolmo (Suecia), el 25 de noviembre.

Manifestantes protestan contra la esclavitud denunciada en Libia, en Estocolmo (Suecia), el 25 de noviembre. / periodico

Eliseo Oliveras

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Las recientes imágenes de la CNN y los informes de la ONU desde abril sobre subastas de inmigrantes como esclavos en Libia avergüenzan a la Unión Europea (UE), no solo porque los países europeos han subcontratado a Libia el control de los inmigrantes y refugiados para impedirles zarpar hacia Europea, sino también porque seis años después de la intervención de la OTAN para derribar el régimen autoritario de Muamar Gadafi el país sigue sumido en el caos.

La intervención militar del 2011 sin ninguna estrategia política para el día siguiente ha dejando gran parte de Libia en manos de milicias islamistas, que exportan inestabilidad y terrorismo a los países vecinos. La Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento británico concluyó en el 2016 que se había sobredimensionado el peligro inicial para la población para justificar la intervención, que no se había tenido en cuenta el papel de las milicias islamistas y que se carecía de un plan para establecer un nuevo régimen.

El pasado miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores de Mali, Abdoulaye Diop, reprochó a la UE en el Parlamento Europeo que la intervención en Libia se llevara a cabo "sin una visión estratégica, sin un plan y sin la capacidad de gestionar las consecuencias". Frente a la propuesta europea de mayor cooperación regional, Diop subrayó que es imposible con Libia, "porque la única gente que hay para cooperar son las milicias". El líder de la Unión Africana, Moussa Faki, subrayó que "en Libia no hay Estado, no hay derechos y no hay leyes".

Falta de seguridad

El plan de paz para Libia de la UE y la ONU ha llevado a reconocer como legítimo el Gobierno de unidad nacional del presidente Fayez al-Sarraj, que según los informes de la propia UE, "apenas controla nada", tiene escaso apoyo popular y debe operar desde una base naval por falta de seguridad.

Las milicias islamistas se reparten el control efectivo de los ministerios, del sistema judicial y de las localidades en la mitad occidental del país. Esas milicias se apoyan en el Congreso Nacional General del Trípoli, dominado por los Hermanos Musulmanes y que actúa como contrapoder del Gobierno de Al-Sarraj. Esas milicias están financiadas y armadas por Catar y Turquía.

La UE y la ONU reconocen como legítimo el Parlamento de Tobruk, donde dominan las fuerzas seculares. Pero este Parlamento de Tobruk no reconoce al Gobierno de Al-Sarraj y respalda al general Jalifa Haftar, que ha hecho retroceder a las milicias islamistas y controla la Cirenaica, la mitad oriental de Libia y dos tercios de la producción de petróleo. Haftar cuenta con el apoyo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos y el indirecto de Rusia, EEUU y Gran Bretaña.

Trato inhumano

Ante las filmaciones de las subastas de esclavos en Libia y el trato inhumano a los inmigrantes en los centros de detención, la UE y los gobiernos europeos han respondido con la retórica habitual: "Pediremos a las autoridades libias que persigan a los responsables", pese a saber que esas autoridades no controlan apenas nada.

La prioridad de la UE en Libia ha sido cortar el flujo migratorio. El Gobierno italiano restringe la labor de las organizaciones humanitarias en el mar, financia y equipa a la guardia costera libia y, según la prensa, soborna a milicias islamistas. El 'Corriere della Sera' indicó que el jefe de la Brigada Anas Al-Dabbashi recibió cinco millones de dólares de Italia para bloquear las salidas de barcas desde Sabratha. Mientras el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra'ad Al-Hussein, califica de "inhumana" la política europea respecto a los inmigrantes, el Gobierno italiano alardea de que las llegadas de inmigrantes son 4,5 veces inferiores a las de octubre del 2016. El negocio del tráfico humano a través del Mediterráneo de las mafias y milicias se ha desviado ahora hacia las subastas de esclavos y el trabajo forzado de los inmigrantes. Médicos sin Fronteras también acusa a la UE de aceptar "la violación, tortura y esclavitud" de los inmigrantes para librarse del problema.

El ensayista camerunés Yann Gwet critica que la indignación de la UE, la ONU y los líderes africanos por las subastas de esclavos en Libia contrasta con el silencio y la tolerancia ante la esclavitud existente en Mauritania, República Centroafricana, Congo, Somalia, Sudán y Sudán del Sur. Mauritania incluso encarcela a los militantes antiesclavistas (Moussa Biram y Abdallahi Mattalah). La lacra de la esclavitud no se limita a África. A nivel mundial, 45,8 millones de personas viven condiciones de esclavitud, el 58% de los cuales en la India, China, Pakistán, Bangladés y Uzbekistán, revela el Global Slavery Index.