Peccata minuta

Libertad, igualdad y fraternidad

JOAN OLLÉ

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El eslogan, como muchos saben, viene de la Revolución francesa de 1789. También es el lema, mira por dónde, de Haití. En algún tiempo se le añadió una coletilla:Liberté, égalité, fraternité (ou la mort). Visto desde hoy, incluso desde la frialdad de una mirada geométricamente cartesiana, tal vez el añadido, por más que apelase al terror, no estaba de más. Vayamos por partes.

Libertad: capacidad del ser humano de obrar según su propia voluntad a lo largo de su vida. Pero las sociedades están compuestas de diversos seres humanos (¡cuánta gente con la cara diferente!), con diferentes convicciones. La libertad debe ser generosa: si solo fuese democrática o estadística, las minorías no existirían, tal vez no existirán. El grito era y esVisca Catalunya lliure,libre de España, claro. Están en ello, estamos en ello. Catalunya está hartita de la fantasmagoría hispana, pero a medida que va soñando su estructura de Estado aparecen domésticos fantasmas cuatribarrados que hacen temer lo peor de lo que, por ahora, solo es una tensión utópica con el mañana. Catalunya, como España, para ser libre ha de librarse de sus propias esclavitudes. Catalunya no será libre mientrasMillety los suyos no estén entre rejas, por poner un ejemplo.

Igualdad:contexto o situación donde las personas tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades /

correspondencia y proporción resultante de muchas partes diversas que componen un todo uniforme. El gran error delpresidentMasfue abrazar la segunda acepción sin leer la letra pequeña aunque fundamental de la primera. Catalunya es una sociedad suficientemente adulta y diversa como para no necesitar caudillos; ya no es un ejército de clónicos tragadores de butifarra desprovistos de criterio para no ver qué complejos ajedreces se esconden detrás de los «¡desperta, ferro!»y otras ardientes consignas gregarizantes que intentan impedir a cada uno disponer de derechos y oportunidades de ser él y solo él.

Fraternidad:unión y buena correspondencia entre hermanos o un grupo de personas. Ahora, sin duda, la más urgente y necesaria de las tres virtudes teologales republicanas. Un Gobierno que anteponga épicos ideales de futuro al imprescindible lirismo del plato de sopa o a dormir a cubierto demuestra una infinita insensibilidad ante el dolor, sí, el dolor de sus administrados. Si en la nevera solo hay un huevo, a la espera del maná de la tierra prometida o el cocidito madrileño, la tortilla se corta en partes iguales. ¿No dijo alguien que circunstancias excepcionales exigen reacciones de excepción? Solidaridad o caridad (o la muerte); me da igual. Que nadie en misa dé la paz a su hermano si al salir no obra en consecuencia. Amén.