Dos miradas

Levísimo ruido

El alzhéimer es lento y persistente, un roer sin pausa, un levísimo ruido imperceptible que acompaña a quienes lo sufren

Pasqual Maragall y Diana Garrigosa, durante la presentación de la campaña de la Fundació Pasqual Maragall para recaudar fondos contra el alzhéimer.

Pasqual Maragall y Diana Garrigosa, durante la presentación de la campaña de la Fundació Pasqual Maragall para recaudar fondos contra el alzhéimer. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Como dice el doctor Molinuevo, director científico de Barcelona Beta, centro de investigación de la Fundació Pasqual Maragall, «el alzhéimer es un proceso lento e insidioso». Pueden pasar 20 años desde el momento desconocido en el que las proteínas beta-amiloides deciden agruparse en moléculas que luego serán placas y finalmente destruirán neuronas. Veinte años sin síntomas, veinte años en el transcurso de los cuales el hombre o la mujer viven, gozan, sufren, trabajan, se aburren, ríen o lloran, hacen el amor y hacen deporte y hacen paellas, sin que sepan que en su interior evoluciona, lenta e insidiosamente, la degeneración y el olvido de todo lo que han vivido, disfrutado o sufrido. La imagen es escalofriante. Y también lo es la conclusión de Molinuevo: «Es una enfermedad de jóvenes que se manifiesta en las personas mayores».

Es lenta y persistente, un roer sin pausa, un levísimo ruido imperceptible que acompaña nuestros días. Se deshace el tejido mientras apenas lo estamos tejiendo, empezamos a olvidar mientras edificamos los recuerdos. E insidiosa, porque bajo la apariencia de la vida normal se introduce y avanza el rostro de la muerte. Una vez instalados en el olvido, solo nos queda la piel. Quien padece alzhéimer no puede leer un libro, pero si lo toca quizá recordará, con el tacto, el placer que experimentó el día que sabía distinguir las letras, cuando aún no sabía que las beta-amiloides comenzaban su lenta e insidiosa batalla.