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«Un letrado no se mancha, no come con la toga puesta»

Empresario lavandero. Centenares de togas de la Ciutat de la Justícia pasan cada tanto por su tintorería.

«Un letrado no se mancha, no come con la toga puesta»_MEDIA_3

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MAURICIO BERNAL

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-Togas. Me interesa. ¿Quiere decir que todas las togas de la Ciutat de la Justícia pasan por su tintorería?

-Bueno, no todas. Pasan las de los procuradores y las de los letrados, pero los jueces y los fiscales tienen sus propias togas, me parece, y supongo que las lavan por su cuenta.

-O sea, que letrados y procuradores se turnan las togas, ¿es eso?

-Exacto. Letrados y procuradores disponen del servicio que les ofrecen el colegio de abogados y el de procuradores, que tienen una sala de togas en cada edificio. Como usted sabe, hay un edificio de lo penal, uno de lo civil y uno de instrucción. En cada sala hay un responsable que les da una toga cuando la necesitan, una de su talla, y esa misma persona es la que decide cuándo lavarlas; es decir, cuándo llamarme. Y créame: en ese lugar hacen muchos juicios.

-Me imagino. ¿De qué cifras hablamos, en términos de togas?

-Hablamos de que por cada sala pueden pasar cada día hasta unos 300 letrados y procuradores; o sea, 300 togas entregadas en un día. Hablo de los días de máxima actividad, eso sí.

-¿Hay tantas togas? ¿Trescientas por edificio?

-No. Por cada edificio hay ciento y pico de togas, más o menos. Eso le da una idea de la rotación, ¿no? Me refiero a que una misma toga se la pueden llegar a poner varias personas en un solo día. Con lo que eso implica en términos de higiene, cómo no.

-¿Suciedad?

-Me refiero al olor; el gran problema de las togas es el olor. Un letrado no se mancha, no come pan con tomate con la toga puesta ni va con ella al restaurante, así que el problema rara vez es de manchas o de suciedad exterior. No: el problema es el olor. La mezcla. El olor del sudor, el olor de los desodorantes, sobre todo en verano, el olor de las colonias y de los perfumes; todo eso se mezcla y acelera el recorrido de la toga hacia la tintorería. Anteriormente el colegio de abogados las mandaba lavar cada seis meses, pero eso era antes de que existieran la Ciutat de la Justícia y... Bueno, este uso intensivo de las togas. Ahora las lavamos cada dos meses, y a veces resulta insuficiente.

-¿Cómo se lava una toga?

-Por el tipo de tejido y por la confección que tienen, es lavado en seco. Para quitar los olores lo mejor sería un tratamiento a base de ozono, la ozonificación, que mata gérmenes, bacterias, desinfecta y elimina todos los olores, pero ese es un proceso largo, requiere más tiempo y no se adapta a la rapidez que nos reclaman. La ozonificación supone como mínimo 24 o 36 horas, y la verdad es que no disponemos de ese tiempo.

-¿Entonces?

-Entonces lo que hacemos es que dentro del proceso de limpieza en seco ponemos una serie de aditivos que eliminan en un porcentaje alto los olores. Aditivos que eliminan gérmenes y bacterias; que matan los bichos, para que nos entendamos.

-Supongo que es obvio que lava todas estas togas porque la Ciutat de la Justícia está aquí al lado, ¿no?

-Claro. Yo esta tintorería la tengo hace 10 años, y una de las razones por las que me decidí por esta ubicación fue esa. Yo sabía que esta zona iba a ser interesante, comercialmente, digo, porque estaba el proyecto de la Ciutat de la Justícia, pero también todo el desarrollo de la Gran Via. Sabía que habría clientela, digamos.

-Hace 10 años. ¿Y antes? ¿A qué se dedicaba antes?

-¿Antes? Mire, se lo digo en pocas palabras: antes trabajaba en una multinacional japonesa de sistemas de almacenaje y logística interna. Era el delegado en Catalunya y Baleares. Pero ya sabe cómo son las cosas: un día hay una reestructuración... En fin. Así que dije: 'Voy a montar mi propio negocio'. Empecé a mirar opciones y me decidí por la tintorería. ¿Y sabe qué pensé? ¡Que esto era fácil! 'Apretar un botón y lavar', me dije a mí mismo, 'no hay más misterio'. Y no. Ni mucho menos. Este es un sector cada vez más profesionalizado, y a mí de hecho me ha tocado hacer varios cursos, los cursos delgremi, sobre todo, el Gremi de Tintorers; del que, por cierto, formo parte.

-¿Qué cursos?

-Mire, venga le muestro, aquí tengo los diplomas: limpieza en seco, limpieza en agua, perfeccionamiento del planchado textil, conocimientos de fibras textiles... Unos cuantos.

-Tintorería Bontoc, ¿no? Dígame una cosa: ¿Le ha ido bien?

-No me puedo quejar. Al estar ubicado aquí tengo trato con el cliente de a pie, la gente del barrio, que es algo que me gusta, pero también trabajo con pequeñas y medianas empresas. Porque no se crea que solo lavo togas, ¿eh?