Al contrataque

Leonor

ANA PASTOR

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Hay historias que se te aparecen. Hay historias que se presentan sin avisar y con toda su crudeza. Historias que no piden permiso ni deben. Hay historias que hablan del país que tenemos para bien y para mal. Historias como la de Leonor. Era imposible no sentir una inmensa rabia observando aquella imagen en La Sexta Noticias. Vi a aquella mujer mayor de aspecto cansado por primera vez hace cuatro meses. Narraba con tristeza cómo llevaba un tiempo recibiendo una pensión para mantener a su hijo pero explicaba que no era suficiente.

Cuando estaba a punto de preguntarme por qué aquel dinero «no era suficiente», la realidad me dio la respuesta clara y directa. En la imagen aparecía de repente Leonor, a sus 60 años, cargando a la espalda a su hijo Manolo, de 40 años. Manolo padece parálisis cerebral y distrofia muscular. Primero se veía a Leonor con Manolo a cuestas por el portal de su casa y luego escaleras arriba hasta el piso en el que ambos viven. Un tercer piso sin ascensor. Cuarenta escalones arriba y abajo. Unos tras otro. Cuarenta escalones que han visto cada día durante años a esta mujer agarrarse con fuerza a la barandilla y hacer contrapeso con la pared para no perder el equilibrio.

Leonor, con 60 años y sus dolores causados por la artrosis, sube y baja con Manolo que se aferra como puede al cuello de su madre a pesar de su escasa movilidad corporal. Setenta kilos de peso a plomo. Los 70 kilos de su «niño», como ella llama a Manolo. Leonor lleva 10 años con esta batalla con el Gobierno de Canarias, donde vive. Estaba pensando sobre qué podía escribir este artículo cuando, de repente, aparece Leonor en la pantalla de la televisión. La oigo decir entre lágrimas que las últimas horas están siendo «como un sueño».

Piso de protección oficial

Pongo más atención para ver qué ha ocurrido. Y me doy cuenta de que esta vez Leonor llora de alegría. Diez años después, el Gobierno canario ha accedido a su petición y ahora vivirá con Manolo en un piso de protección oficial adaptado a sus necesidades. Ya no tendrá que cargar con él a la espalda ni depender de la ayuda que le prestaba Cruz Roja para poder salir y entrar. Ya no habrá de nuevo 40 infernales escalones. Dice Leonor que no deja de llorar de emoción desde que le dieron la noticia hace unos días. Aún no ha podido trasladarse a la casa, pero ya se imagina con su «niño» entre esas nuevas paredes.

Leonor comienza una nueva vida a los 60 años. Una vida más digna. Hay historias que se te aparecen sin pedir permiso. Historias que hablan del país en el que vivimos. Historias de años y años de sufrimiento en soledad. Historias que tienen algo parecido a un final feliz. Historias como la de Leonor por las que merece la pena hacer y ver televisión. Historias como la de Leonor.