MIRADOR
Leninismo 3.0
Los socialistas deberían comprobar si en el PP hay alguna convicción reformista
Sorprende que cueste tanto rendirse a la evidencia numérica de que no existe en el Congreso una mayoría de izquierdas para gobernar. Una eventual investidura de Pedro Sánchez con el voto favorable de Podemos y sus confluencias más IU exigiría el apoyo del PNV y la abstención de ERC y Democràcia i Llibertat. Cuesta mucho imaginar que los dos partidos separatistas que gobiernan la Generalitat, inmersos en una lógica de desobediencia, puedan facilitar esa investidura a cambio de algo que no ponga en cuestión la unidad territorial que defiende el PSOE.
Aun suponiendo que lo hicieran por el deseo de echar al PP o por algún otro cálculo, Sánchez tendría que aceptar compartir el Gobierno con Pablo Iglesias. Es una exigencia que ha sido formulada como condición previa, y que ratifica lo que se intuía desde hace meses. Podemos solo tiene una línea roja: la conquista del poder. Felipe González les ha acusado de ser "puro leninismo 3.0".
Tras entrevistarse hace una semana con el Rey, la comparecencia del líder podemista se convirtió en un espectáculo inaudito de soberbia. Humilló duramente al PSOE al tiempo que le ofreció un pacto. En ese momento quedó claro hasta qué punto sería un suicidio para Sánchez gobernar con Iglesias. Pero en el comité federal de este sábado los socialistas no descartarán nada, excepto que no van a facilitar en modo alguno la investidura de Mariano Rajoy.
El estallido en cadena de casos de corrupción, sobre todo de la enorme trama valenciana, y la imputación del propio partido por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas, ha dinamitado cualquier hipótesis de que el PSOE permita in extremis gobernar al PP. La reflexión de González contraria a impedir el bloqueo político mutuo es imposible.
Cansado de que otros interpreten su pensamiento, el expresidente del Gobierno se muestra muy lucido en la entrevista de este jueves en 'El País'. Advierte de los regates cortos, oportunistas o meramente personales. El PP no puede esconder su tremenda derrota en las urnas, que inhabilita la estrategia inmovilista de Rajoy. Por su parte, el PSOE debe interpretar mejor los resultados, que no han dado una mayoría de izquierdas. Sánchez se equivoca si piensa sacar adelante la investidura sin contar con una base coherente para gobernar.
En lugar de discutir sobre aritméticas parlamentarias, los partidos deberían estar haciéndolo sobre un extenso programa de medidas concretas. Basta ya de enunciados y retóricas vacuas. Solo así se puede articular el proyecto reformista que España necesita. Esa debería ser la única divisoria. A su derecha, los socialistas deberían comprobar si en el PP hay alguna convicción reformista. En el centro, ver si hay coincidencias programáticas con Ciudadanos. Y a su izquierda, descartar que Podemos no pretenda "liquidar el marco democrático y, de paso, a los socialistas", como sospecha González.
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