Tacticismo rima con cinismo

Ana Pastor merece ser presidenta del Congreso y no tanto por méritos propios -los hagiógrafos populares ya se encargarán de glosarlos-, sino por el cainismo de la izquierda y la no menos cicatera estrategia de una CDC que en el Parlament proclama que quiere divorciarse de España, sea por las buenas o por vía unilateral, y en el Congreso ha contribuido a que triunfe el pacto Rajoy-Rivera.

Bienvenidos a la nueva legislatura. A modo de resumen esto es lo que ha pasado hasta ahora: Mientras el socialista Antonio Hernando negociaba con Íñigo Errejón, los podemitas cortejaban a CDC y ERC para que en una segunda vuelta apoyasen a Xavier Domènech. Así que si alguien creía que los puñales morados se habían quedado en el armario del 26-J que sepa que estaba equivocado. Claro que el PSOE aspiraba a que su candidato a la presidencia del Congreso, Patxi López, saliese elegido solo por ser de Portugalete. Y si no ¿por qué nadie llamó a ERC para pedirles su apoyo?

Capítulo aparte merece la estrategia de Francesc Homs, que es de Taradell pero cuyo discurso en Madrid recuerda a Antonio Ozores porque nadie ha entendido nada. O sí, porque la nueva CDC (que esta semana recuerda y mucho a la vieja CiU) para asegurarse el grupo parlamentario propio ha regalado parte de sus votos a la alianza PP-Ciudadanos. “Ah, ja ho veuen...” que le diría el amigo Ferran Monegal al canario Papitu. Los colegas que trabajan en Madrid se sorprendieron con el ‘estilo Rufián’ pero lo que les ha dejado estupefactos del todo es que un independentista como Homs aspirase a convertirse en la tercera autoridad de un Estado del que pretende huir. Hay que reconocer que al menos Esquerra ha sido más honesta y no ha jugado con dobles barajas.                                                                                                                                                              

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Sí, las miserias de la política no tienen límite y el maquiavelismo orgánico no conoce de idelogías ni de vieja o nuevas política y tampoco de naciones.

De todos modos sorprende que alguien como Domènech, a priori aún no contaminado por las malas praxis, se hayan prestado a formar parte de este circo. Tal vez ha pagado la novatada y confíemos en que le haya servido para no ser partícipe de más espectáculos en esta nueva legislatura, dure lo que dure. Y entristece que todavía haya socialistas que sigan pensando que sus puntos de equilibrio para no caer por el despeñadero pueden ser, a la vez, Ciudadanos y Podemos.

En cambio, parece lógico que la derecha, la clásica y la moderna, se retraten ya juntas. Por cierto, aquellos que todavía crean que otro Estado de derecho es posible deben darle las gracias a Albert Rivera por que no aceptase a Jorge Fernández Díaz como presidente de la Cámara baja. Puestos a pedir, si la bonita amistad que se intuye que está naciendo entre populares y Ciudadanos  (o la menos poética necesidad aritmética) sirve para evitar que Fernández Díaz sea nombrado nuevo embajador en la Santa Sede (un cargo por el que hace años que suspira), incluso los agnósticos brindaremos con Lambrusco por la pericia de Rivera.