Ideas

Leer a Dante en la piscina

Los libros tienen cada vez más un aire sagrado que es necesario

JORDI PUNTÍ

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El día siguiente al Sant Jordi también es un día especial. Si uno pasea por cualquier ciudad catalana, tiene la sensación de vivir en un paraíso de la lectura apasionada. En el tren, el metro, las terrazas, los ascensores que suben más de seis pisos o en la cola en el súper se ve gente que tiene la vista hundida en un libro. Algunos lectores tienen tanta ansia en el rostro que uno no sabe si lo hacen por gusto o por obligación anual, como si pasaran una especie de ITV lectora. Quizá la culpa la tiene la dedicatoria que un autor les estampó en las primeras páginas, y que ahora se ve como una especie de obligación contractual...

Desde su rareza como objetos, cada vez más los libros tiene un aire sagrado que es necesario, pero que también los reviste de una solemnidad que asusta a más de un lector ocasional. Con todas sus debilidades y concesiones comerciales, el Día del Libro sirve para ampliar los hábitos de lectura. Pienso en el lugar para leer, por ejemplo. En su artículo de ayer en este diario, Josep M. Fonalleras recordaba una escena de la serie Mad Men en la que Don Draper hace vacaciones en Hawái y lee un libro en la piscina; el Infierno de Dante, un título con aires de profecía. De entrada una piscina no parece el mejor sitio para leer un clásico, y además en verso, pero todo depende de la capacidad de concentración de cada uno. En ese gran ensayo llamado U and INicholson Baker habla de su experiencia como admirador de John Updike y cuenta que una vez leyó toda una novela suya en un McDonald's, comiendo patatas fritas, y la experiencia fue formidable.

Todo son opciones. Hay quien tiene esa butaca especial y quien prefiere la calma de la playa. Hay lecturas de váter y lecturas de cama, antes de dormir. Yo he visto gente que va al campo del Barça y lee durante los 15 minutos de la media parte. O en la consulta del dentista. Una vez, para preparar un examen, leí un capítulo de El nacimiento de la tragedia, de Nietzsche, en el barbero. Hice coincidir dos necesidades perentorias y, qué quieren que les diga, el examen me fue bastante bien.