EL APUNTE

La lección de Montalbano

Nuestros políticos harían bien en fijarse más en la serie del policía siciliano

ROSA MASSAGUÉ

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La 2 de TVE tiene a bien mostrarnos por enésima vez los episodios de la serie Comisario Montalbano (ojo, no es una crítica, por mí pueden seguir emitiéndolos, que allí estaré para verlos). Su padre literario, Andrea Camilleri, no rehúye los temas de más rabiosa actualidad que no son otros que las lacras que aquejan a la sociedad italiana y que también campan libremente en otras sociedades.

En más de una ocasión, mediante la figura del comisario, el escritor ha narrado la llegada de pateras a Sicilia, las mafias que explotan la necesidad y urgencia de aquellos dispuestos a llegar a Europa a cualquier precio huyendo de la guerra, del hambre o de la persecución por motivos de pertenencia tribal o credo religioso.

Tampoco ha evitado ponernos ante la realidad de los inmundos tráficos a los que a veces son sometidos los más débiles de entre los que consiguen llegar a esta orilla mediterránea. Es decir, los niños. Que yo sepa, Camilleri no tiene poderes adivinatorios. Tiene imaginación para tejer tramas que deberá desenredar Montalbano, pero son tramas basadas en la realidad de los hechos.

Tras el último naufragio, el de ayer mismo con 700 personas, Rajoy dijo que ya no valen las palabras; Hollande calificó de «terroristas» a los traficantes, y Juncker anunció que había llegado la hora de las medidas audaces. Francamente, cuando en lo que va de año más de 20.000 personas han sido rescatadas en el Mediterráneo, y cuando en el 2014 murieron más de 3.000 en el intento de cruzarlo, aquellas palabras llegan con mucho, muchísimo. retraso.

Harían bien nuestros gobernantes europeos y sus asesores y spin doctors en ver menos El ala oeste de la Casa Blanca, House of cards Juego de tronos y dedicarle algo más de tiempo a El comisario Montalbano. Comparado con aquellas series, la del policía de una pequeña localidad siciliana, a veces hosco, pero siempre profundamente humano, tiene muy poco glamur político. Pero quizá así entenderían que es más que urgente tomar las medidas audaces que promete Juncker.