Editorial

Lealtad y generosidad en el PSC

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En democracia, votar tiene la virtud de que zanja los debates, tanto en los partidos como en la sociedad. Esto es lo que hizo ayer el Consell Nacional del PSC: zanjar, y de forma contundente, el debate interno respecto a si el partido debía o no apearse del tren del derecho a decidir que conducen CiU y ERC. El 83,5% del máximo órgano entre congresos respaldó la decisión de la dirección, encabezada por el primer secretario, Pere Navarro, de oponerse a que el Parlament solicite al Congreso las competencias para convocar una consulta. La votación finiquita la ambigüedad del PSC ante la consulta, y para muchos -- sobre todo, los soberanistas-- sitúa al partido en el bando del no al derecho a decidir, con compañeros de viaje tan incómodos como PP y Ciutadans.

Entre quienes piensan que este es el camino emprendido por el PSC se encuentra el sector crítico, que aboga por un  o una abstención en la votación en el Parlament -instigada por CiU, ERC e ICV- para solicitar las competencias para convocar la consulta. El peso del sector crítico se cifra, ni más ni menos, en los votos que logró ayer: el 13%. La victoria de Navarro no tiene discusión. Pues, aun si fuera cierto que los aparatos de los partidos fidelizan a los miembros de estos órganos mediante cargos públicos, hoy el socialismo catalán goza de escaso margen de maniobra en el terreno clientelar. A ello hay que sumar que la votación secreta, exigida y lograda por los críticos, permitía a los consejeros nacionales pronunciarse en conciencia. Por tanto, el resultado es un reflejo bastante fiel del equilibrio interno de fuerzas.

En su editorial de ayer, EL PERIÓDICO recordaba al PSC que es su «responsabilidad, y su deber» preservar la unidad y seguir favoreciendo la convivencia para «conectar de nuevo con la mayoría transversal del país». Esta apelación sigue vigente hoy. Corresponde al sector crítico decidir si lucha con lealtad dentro del PSC para que este lidere el consenso por una consulta legal y pactada o si rompe la baraja quebrando la disciplina de voto, como ya hicieron cinco diputados con la declaración soberanista del Parlament. Corresponde a la dirección ejercer su innegable mayoría con generosidad, evitando autoritarismos. Un PSC roto sería una pésima noticia para esos muchos catalanes que no quieren ver colisionar ningún tren ni tampoco descarrilar al convoy socialista.