Las victorias secundarias

El Barça nos ha proporcionado esta temporada un feo balance final con objetivos insuficientes

Neymar cabalga sobre Messi tras el cuarto gol del Barça en el partido contra el Villarreal.

Neymar cabalga sobre Messi tras el cuarto gol del Barça en el partido contra el Villarreal. / periodico

ANTONIO BIGATÁ

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Cuando llega el final de curso los rendimientos y resultados son los que son y todo lo especulado en vano se diluye como un azucarillo en de agua. Con todo, cuando entonces se quiere analizar con seriedad eso que llamamos "los resultados" no hay que limitarse a sumar los tanteadores finales del marcador, los puestos obtenidos en las diferentes clasificaciones, los goles marcados o las recaudaciones obtenidas. Todo eso es importantísimo pero no es lo único que se debe sopesar.

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A partir de esta reflexión estoy seguro de que algunos pensarán que estoy preparando el terreno para enmascarar de alguna manera el feo balance final que nos ha proporcionado este año el Barça. No es en absoluto mi intención, y buena prueba de ello es que acabo de adelantar uno de los aspectos fundamentales de mi valoración: feo balance. Una de las razones de ser del Barça y de todos los grandes clubs deportivos es ganar, ganar mucho y bien, y si no se produce un milagro de última hora el Barça cerrará este curso sin ningún título importante. ¿Los ha podido ganar? Si, sin duda. ¿Los ha merecido? Solo a medias (aunque el Madrid, que ganará probablemente esta Liga, ha sumado más puntos deportivamente inmerecidos que el Barça). ¿Ha sido un curso perdido? No. Quien se lleve la Champions no ha protagonizado ninguna conmoción futbolística tan espectacular como la remontada ante el PSG. Pero, ¿ha hecho bien las cosas el Barça? Más bien no.

DEFICIENTE PLANTILLA

Si hacemos la verdadera suma de los elementos del año, la que incluye algo más que los estrictos resultados, no podemos dejar fuera datos como la deficiente composición de la plantilla del primer equipo. Eso engloba tanto el debilitamiento del Barça por alguna marcha no bien compensada, como la de Alves; la endeblez surgida de contrataciones nada decisivas, salvo la de Umtiti; errores de concepto en la planificación, como el de pensar que el centro del campo no necesitaba añadir más bien fuerza que sutileza; fallos al buscar suplentes que pudiesen ser  verdaderamente complementarios, especialmente para los momentos en que no se alinease alguno de los tres titulares del tridente, e imprevisión sobre lo que tenía que poder aportar en algunos momentos la gente de la cantera. Sumando todo eso la conclusión es que, aun teniendo a varios de los mejores jugadores del mundo en sus respectivos puestos, este Barça podía perfectamente acabar prácticamente en blanco la temporada por irregularidad en el juego.

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Rechazo, en cambio, la teoría de que el problema ha sido el modelo táctico. Luis Enrique en eso tenía que arriesgar, probar variantes, intentar fórmulas... Me parece deshonesta la postura de los resultadistas que cuando se hace lo que hay que hacer condicionan su juicio final a si todo acaba bien. Me parece pobre la mentalidad juzgadora de quienes olvidan a propósito que el fútbol es un juego que incluye elementos de azar y actuaciones de personas externas al equipo, y que creen que se tiene que ganar obligatoriamente siempre. Me parece insustancial la crítica que confunde imaginaciones con realidades.

EL ALAVÉS Y LA JUVENTUS

EL ALAVÉS Y LA JUVENTUSFeo balance, entonces, sobre todo si tenemos en cuenta que teníamos a Messi de nuestro lado. Feo balance a pesar de la consagración y subida a los cielos, creo que ya definitiva, de Neymar. Feo balance aunque hayamos pasado tantos y tantos momentos deliciosos (como la remontada, como el 2-3 del Bernabéu, como algunas jugadas y goles que confirmaban que el fútbol es el más imaginativo nuevo arte de que dispone la humanidad, como los segundos de satisfacción intelectual o ideológica que nos ha proporcionado Piqué, como los instantes excitantes en que Ter Stegen nos enorgullecía con paradas imposibles...).

Feo balance, en definitiva, pese a todas esas bonitas victorias secundarias. La prueba es que hemos llegado a este final de temporada confiando en la limitada gloria que se pueda obtener ganando al Alavés en la final de la Copa que fue del Generalísimo. O en la satisfacción por persona interpuesta que nos puedan deparar la Juventus, o una gran final de Champions de Alves, o una nueva exhibición de Buffon que le haga acreedor merecido de ese Balón de Oro al que aspira el prepotente y poco querido Muñeco Mecánico. Porque los consuelos siempre son buenos, pero siempre resultan insuficientes.