La encrucijada catalana

La verdad del juez

Lo sorprendente y decepcionante para los independentistas sería que lo divulgado por Santiago Vidal fuera todo falso

Santi Vidal, en un acto de ERC.

Santi Vidal, en un acto de ERC. / periodico

JORDI MERCADER

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El episodio de Santiago Vidal deja algunos interrogantes de cierta relevancia al margen del encendido estilo oratorio del protagonista. ERC debería explicar por qué dejó que su senador divulgara las supuestas mentiras en sus conferencias si quiere evitar la sospecha de que el engaño de la audiencia es la estrategia oficial para mantener vivo el procésOriol Junqueras, los portavoces del Govern o el mismo Artur Mas han optado por presentarnos al juez como un simple hooligan de la causa, víctima de un descomunal ataque de importancia hasta el extremo de inventarse una acusación de delito contra su propio gobierno y alardear de ello. Un buen intento para evitar entrar en el detalle de cuánta verdad hay en su frivolidad, dejando fluir entre sus partidarios la esperanza de que no todo sea una falsedad.

EL MANTRA DE LA LEGALIDAD PARALELA

La voluntad de la mayoría parlamentaria de construir una legalidad catalana paralela para dar cobertura a un referéndum prohibido por la legislación española y para desarrollar jurídicamente la primera etapa de la construcción de un nuevo Estado no es ningún secreto. Más bien un mantra de la determinación de los dirigentes independentistas de hacer lo que haga falta para alcanzar sus propósitos, al margen de las consideraciones constitucionales de rigor. Nadie debería sorprenderse ante la revelación de que el Govern dispone de los datos fiscales de los catalanes obtenidos de forma ilegal. El secretario de Hisenda, Lluís SalvadóLluís Salvadó, explica en sus conferencias la creación de una agencia tributaria que pueda competir con la española a partir del cruce de datos de 130 fuentes de información. Vidal le puso un poco de pimienta, y al haber sido juez no pudo dejar de subrayar la ilegalidad de la operación.

MEJOR INSINUAR ILEGALIDAD QUE INEFICACIA

Lo sorprendente y decepcionante para los independentistas sería que lo divulgado por el exsenador republicano fuera todo falso. Entonces sí tendrían motivos para sentirse defraudados, porque sería como certificar la falta de base de las permanentes insinuaciones del conseller Romeva sobre los sustantivos avances en el reconocimiento de la causa, explicados por Vidal con tanto detalle. Sería tanto como admitir que nadie le hace caso fuera del circulo de sus amistades en el Parlamento Europeo, que ningún ministro extranjero ni ningún comisario europeo ni siquiera le ha sonreído con picardía cuando les habla del futuro Estado.

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El Govern no puede querellarse contra su exjuez estrella si pretende evitar una interpretación tan pesimista de las cosas. La negación categórica del delito atribuido, al no ir acompañada de ninguna acción legal contra quien le ha acusado de cometerlo, debe tener este sentido: dar a entender que Vidal exagera pero no inventa. Por el contrario, llevar el asunto a la justicia para obtener una condena del exsenador por sus graves acusaciones de ilegalidad supondría el reconocimiento del fracaso en el frente internacional, tanto en las promesas de apoyo diplomático como en la apertura de vías de financiación para pagar sueldos y pensiones en los primeros meses del nuevo Estado.

En tiempos de exhibición de desobediencias, el Govern prefiere el riego de dejar entrever ilegalidad antes que ineficacia. A unos gobernantes que aplauden a su mayoría parlamentaria por elaborar la ley de transitoriedad jurídica en secreto para evitar su anulación se les debe suponer el atrevimiento de crear la base de datos de su agencia tributaria sorteando la Ley de Protección de Datos. Pocos de sus fieles se lo recriminarán, y mucho menos que no condene la elaboración de listas de buenos y malos jueces; al fin y al cabo, hay que combatir a los adversarios del mandato democrático del que se sienten investidos. Ningún dirigente independentista puede dar alas a una interpretación que impugne las versiones de Romeva Salvadó sobre el progreso de sus trabajos. Los manifestantes del 11 de septiembre y los del 6 de febrero no lo soportarían.

¿UN VULGAR FABULADOR?

Vidal se limitaba a expresar su seguridad sobre la existencia de una agenda oculta del procés. Decía: sabed que no estamos ante una magistral operación de encantamiento de la multitud para seguir gobernándola con una versión actualizada del victimismo ahora llamada procesismo, sino frente a un plan bien preparado y dirigido por gentes dispuestas a cometer tantas irregularidades como la causa exija para ofreceros un nuevo Estado. El exjuez no tendrá el don de la oportunidad ni la prudencia del político; sin embargo, se intuye demasiado fácil, o excesivamente ingenuo, despacharlo como un vulgar fabulador.