La gestión de un suministro fundamental

A las urnas sin energía

Los partidos evitan tratar en el debate electoral la necesidad de un pacto sobre política energética

MARIANO MARZO

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Como les comentaba no hace mucho en estas mismas páginas, creo que hablamos poco de energía y que no nos damos cuenta cabal de la importancia que tiene en nuestras vidas. En una sociedad industrial como la nuestra, la energía está presente en todo lo que nos rodea. Pensemos un poco. Nos calentamos en invierno y refrescamos en verano gracias a la energía. La electricidad hace funcionar el ordenador, la televisión y el móvil. La nevera utiliza energía para conservar los alimentos y el horno o microondas hacen lo propio para cocinar. Y, previamente, los alimentos fueron cultivados, recolectados, procesados, envasados y transportados desde cualquier parte del mundo, utilizando energía en todos y cada uno de los eslabones de esta cadena. Básicamente, todas las tareas que realizamos y cada uno de los productos que utilizamos cotidianamente son posibles gracias a la energía.

Está claro que la energía nos permite disfrutar de una vida más confortable, amén de jugar un papel central en el funcionamiento de nuestros sistemas de salud. También nos ofrece unas posibilidades de viajar y de comerciar prácticamente ilimitadas. Por otra parte, no cabe duda de que nuestras vidas giran en torno a multitud de dispositivos eléctricos que están transformando las comunicaciones y la información. La combinación de tecnología y energía ofrece sinergias que mejoran nuestra vida, permitiéndo satisfacer necesidades básicas de manera mucho más eficiente y realizar actividades más gratificantes y valiosas.

UN DOCUMENTO CLAVE

Casi nunca nos detenemos a reflexionar sobre el papel fundamental que la energía desempeña en nuestras vidas. Y, como muestra, un botón: ¿han oído ustedes hablar del tema energético en las últimas citas electorales a las que hemos sido convocados? En este contexto electoral, con anterioridad al 20-D, el Club Español de la Energía (CEE) publicó un documento ('La energía hoy en España: quince temas clave para la próxima legislatura') cuyo contenido sigue vigente tras el 26-J y cuya lectura resulta muy recomendable.

El documento comienza por subrayar la necesidad de concretar una estrategia energética para España. En esta línea, enumera cuatro líneas de actuación: 1) definir, de una vez por todas, una política energética a medio y largo plazo; 2) elaborar esta a partir de sólidos análisis de prospectiva y planificación; 3) dotarse de un ámbito regulador capaz de conciliar las grandes opciones de política energética con el papel irreemplazable del mercado; y 4) enmarcar la política energética española, sin perjuicio de sus peculiaridades y objetivos propios, con las políticas y la regulación de la UE.

El CEE recuerda que las grandes cuestiones energéticas precisan de acuerdos, en cuya adopción son imprescindibles el diálogo y el consenso entre la Administración, los agentes y los consumidores, aunados por la voluntad de hallar soluciones. Esto es aún más necesario, en tanto que algunos temas energéticos requieren compromisos a largo plazo. Lamentablemente, en nuestro país, en las últimas décadas, hemos sido testigos de la imposibilidad de alcanzar un pacto de Estado en materia energética.

SOLUCIONES Y PROPUESTAS

Más adelante, el documento se detiene en el análisis de otros cinco grandes objetivos sobre los que ningún partido debería pasar de puntillas. Se trataría de aportar soluciones y propuestas sobre cómo: 1) garantizar la seguridad de suministro energético, es decir, su continuidad en cantidad y calidad, sin perturbaciones y a precios competitivos; 2) gestionar el sistema para cumplir con los objetivos españoles y europeos en materia de sostenibilidad climática y energética; 3) lograr, mediante regulación adecuada, un funcionamiento más competitivo y eficiente del mercado para aportar mayores beneficios al consumidor y a todos los agentes del sector; 4) incorporar a la política energética una dimensión industrial; y 5) abordar la dimensión social de la energía en sus múltiples facetas (incluida la pobreza energética) teniendo presente que la aceptación social de una política energética y de sus consecuencias, así como un mayor grado de participación del consumidor, requieren transparencia e información adecuada.

Por último el documento del CEE pasa a esbozar seis prioridades de actuación: 1) las fuentes y el 'mix energético' (apartado que incluye el tema de la generación distribuida y el autoconsumo); 2) la innovación y el desarrollo tecnológico; 3) las interconexiones; 4) la eficiencia y la gestión de la demanda; 5) las inversiones futuras; y 6) la fiscalidad energética y medioambiental.

Los 15 temas mencionados son importantes y al menos alguno de ellos debería haber sido tratado en el debate electoral. Pero no se les prestó atención. Lo nuestro es lamentarnos, no prevenir.