Ante las elecciones del 26-J

A las urnas ciudadanos

Como no vamos a votar tres veces, alguna de las soluciones que han sido imposibles será inevitable

ilustracion de leonard  beard

ilustracion de leonard beard / periodico

JOSEP BORRELL

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¡A las armas ciudadanos!, (Aux armes citoyens!), fue el grito de la naciente nación francesa enfrentada  a las monarquías absolutistas europeas. Ahora nos llaman a las urnas. Y ,bien pensado, más vale que te llamen a las urnas que a las armas. Hemos gestionado con normalidad democrática una situación inédita por la que nos pasaremos, al menos, 10 meses con un Gobierno en funciones. En otros tiempos, esa interinidad-incapacidad de los partidos para ponerse de acuerdo, hubiera provocado presiones de los poderes fácticos, ruidos de sables y borboneos monárquicos. Nada de eso, normalidad democrática y la Corona sin salirse del papel que la Constitución le asigna. Tener que volver a votar es algo que no se estila en Europa y una pérdida de tiempo y energías ante los problemas urgentes por  resolver. Pero tampoco es  un drama. Más vale volver a las urnas, que embarcarnos en un mal gobierno, débil, dividido y sin un programa coherente. ¿Qué todo sigue igual o casi?. Pues entonces lo imposible será inevitable.

La democracia no es la responsable de situaciones como esta. Es el reflejo de los cambios sociales provocados por la crisis económica, la globalización y las trasformaciones tecnológicas. Las formaciones políticas que han protagonizado la alternancia política durante la segunda restauración borbónica, están en declive. Y las nuevas no son todavía partidos organizados, sino la expresión de un estado de ánimo social generado por una larga crisis económica, insoportables niveles de paro, pobreza,  precariedad y desigualdad. El cocktail explosivo de crisis más corrupción había de tener consecuencias sobre las estructuras de representación. Ocurrió al final de la primera restauración borbónica, la revolución industrial engendró  clases sociales que buscaron su propia expresión política, acabando con el bipartidismo de liberales y conservadores. Ahora es la revolución digital, y lo que entonces fue el proletariado ahora es el precariado.

ESTABILIDAD DE GOBIERNO

   No solo en España, es un fenómeno europeo. En Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, las elecciones producen parlamentos fragmentados y gobiernos inestables. Ni en Francia ni en el Reino Unido se puede ya hablar de bipartidismo. En Alemania, después del éxito electoral de Alternativa para Alemania ya hay por lo menos, contando con los socialcristianos bávaros de la CSU, siete partidos a lo que tomar en consideración. La diferencia es que en otros países se llega a acuerdos, aunque a veces cueste tiempo como en Bélgica, los gobiernos duren poco, como en Italia, o los dos grandes partidos se coaligan cuando no les basta el apoyo de un tercer partido minoritario, como en Alemania. No conozco caso relevante de repetición de las elecciones. Pero nuestra Constitución limita el tiempo para formar Gobierno, y una vez investido es muy difícil echarlo. Para formarlo basta mayoría de votos favorables. Pero para cambiarlo hace falta mayoría absoluta, y además ponerse de acuerdo en un candidato alternativo. Una regla que asegura la estabilidad del Gobierno pero que dificulta su formación en circunstancias como las actuales. 

    La gran coalición a la alemana, con Rajoy de presidente era imposible. No se puede decir a alguien delante de millones de personas que no es una persona decente digna de gobernar, y a continuación hacerle presidente del Gobierno por activa o por pasiva. O incluso compartir el banco azul.  Me pregunto si el exabrupto de Sánchez en televisión estaba pensado para dinamitar esa posibilidad. Rajoy, atrincherado en su exasperante cantinela de  que el PP había ganado las elecciones, confundiendo el mayor numero de escaños con apoyos suficientes, no ofrecía al PSOE ninguna opción aceptable. Excluida esa posibilidad y con Rajoy completamente aislado, Sánchez se ha colocado hábilmente en el centro del resto y ha intentado lo que tenía que hacer, una acuerdo de mínimos con los demás, a su derecha y a su izquierda.

CARTAS A LOS MAGOS

No ha podido ser porque Podemos nunca lo había querido, buscando más la hegemonía de la izquierda en una segunda vuelta sumando con lo que queda de Izquierda Unida. Y Ciudadanos no tenía la fuerza suficiente para completar a uno de los dos grandes, que ya no lo son tanto, como hizo CiU con unos y con otros. Lástima que un partido de centro liberal reformista que no representase intereses territoriales no haya existido antes. Ahora habrá que volver a analizar las propuestas para resolver los problemas del país. Pero, por favor, no a base de cartas a los Reyes Magos con aumentos del gasto público en cuantías desestabilizadoras, ni apelaciones rituales a financiaciones indeterminadas, como la lucha contra el fraude, imprescindible pero no suficiente. Y como no vamos a votar tres veces, alguna de las soluciones que ahora han sido imposibles, será inevitable.

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