La clave

Las tarjetas 'black' de sus señorías

ENRIC HERNÀNDEZ

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Ala hora de escribir estas líneas, José Antonio Monago sigue siendo presidente de la Junta extremeña y, si Mariano Rajoy no lo remedia, candidato a la reelección en las elecciones autonómicas del próximo mayo. Primero Monago aseguró haber pagado todos sus viajes privados, pero, en apenas 24 horas, anunció que pediría al Senado la lista de sus vuelos a Canarias para devolver el dinero. En un país civilizado, junto a los fondos despistados entregaría la presidencia y el acta de diputado extremeño. Si en España, democracia civilizada donde las haya, tal cosa no ha sucedido todavía tal vez sea porque los pecados mortales, cuando son colectivos e incluso gremiales, devienen veniales.

El morbo en torno a la isleña afortunada que justificaría la devoción canaria de Monago ha centrado la atención pública en la anécdota, sin duda condenable, pero la ha desviado de la categoría: ¿cuántos diputados y senadores, de toda ideología y condición, han cargado sus viajes privados al erario? ¿Acaso sería más comprensible que un alto responsable político volara con asiduidad a Canarias a cuenta del presupuesto del Congreso para pasar el fin de semana con un familiar, en vez de ir a visitar a una joven colombiana?

Sobresueldos encubiertos

El problema no es de legalidad, sino de ética. Junto a los menús y cócteles a precios sociales, las tabletas de alta gama y otras zarandajas, las Cortes otorgan a los parlamentarios el privilegio de costear todos sus viajes por España, sin obligarles a justificar si son de orden político o particular. Quienes de estas ventajas se aprovechan no cometen irregularidad alguna, pero son cómplices, junto a las instituciones a las que pertenecen, de instaurar un régimen de sobresueldos encubiertos: pagos en especie que, en puridad, deberían tributar a Hacienda. Mecanismo similar al de las tarjetas black de Caja Madrid, de las que sus titulares gozaban como si de un complemento salarial se tratara.

Lo que antaño era normal, ahora ha dejado de serlo. Urge regular estas partidas para que las Cortes solo cubran los gastos propios de la misión parlamentaria. Ni más, ni menos. Respecto a todo lo demás, que cada cual se pague lo suyo.