Las sombras del 'milagro' español
La devaluación salarial pudo ser útil ante la emergencia económica, pero es indecente perpetuarla cuando llega con fuerza la recuperación
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Los sindicatos se echan este domingo a la callesindicatos para denunciar las dobleces de la otra 'operación diálogo' del Gobierno, que se finge presto a reconstruir la concertación social pero sin modificar los pilares de su política económica. Una estrategia que ha servido para sacar a España de la 'uvi' de la Eurozona, casi del tanatorio, y para acelerar su crecimiento económico hasta alcanzar tasas envidiables, aunque a costa de precarizar el empleo y disparar las desigualdades sociales.
España es hoy, más que nunca, una economía dual. Tras la recesión, su producto interior bruto (PIB) avanza con fuerza para recuperar el volumen récord del 2008, cuando estallaron la crisis financiera y la burbuja inmobiliaria. El aumento de la inflación atestigua el vigor de esta recuperación, al tiempo que las grandes empresas siguen incrementando sus beneficios.
Pero, simultáneamente, el salario medio se desploma hasta los 1.800 euros, los trabajadores pierden poder adquisitivo, el empleo se precariza, la contratación temporal se enquista, el paro se reduce con cuentagotas y la pobreza acecha a millones de familias. A resultas de todo ello, la renta per cápita española se sitúa en la franja baja de la UE, a 14 puntos del promedio de la Eurozona y a similar nivel que Malta o la República Checa.
LUCES EN VEZ DE TIJERAS
Las sombras del 'milagro' español obedecen a un plan milimétricamente diseñado para endosar la factura de la crisis a las capas sociales más indefensas. Las reformas laborales del 2010 y el 2012 son el mejor ejemplo de ello: se trataba de ayudar a las empresas a reducir costes salariales mediante despidos o recortes de sueldos. La permisividad ante el abuso de los contratos temporales ha sido otra palanca para mejorar la competitividad de las compañías, clave para garantizar su supervivencia pero muy lesiva para sus empleados.
Si bien la devaluación salarial fue útil para afrontar la emergencia económica, perpetuarla cuando llega la recuperación es indecente. El Gobierno y sus socios deberían tener más escrúpulos que aquellos gestores que, privados de luces para remontar el negocio, tienen por única misión afilar las tijeras.
- Barcelona, “decepcionada” y “preocupada” por que la Generalitat anuncie una desalinizadora flotante en el puerto sin avisarle
- El presidente del PP de Esplugues coló durante años facturas personales como gastos del partido para pagarlas con dinero público
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Airbnb aconseja a los propietarios que no anuncien las piscinas en sus alojamientos turísticos
- Los bomberos buscan a un menor que se ha lanzado para bañarse en una poza en Sant Fruitós de Bages
- Conflicto en Oriente Próximo, en directo: última hora del ataque de Israel a Irán
- García-Castellón y Gadea dejarán sus plazas en la Audiencia Nacional y Pedraz sopesa hacerse con el juzgado del Tsunami, por Ernesto Ekaizer
- Importante incendio en un punto limpio de Montcada i Reixac: Bombers trabajan para contener las llamas