Dos miradas

Las sombras

Frente a la cultura genuflexa ante el poder, siempre ha habido un puñado de valientes que ha puesto su arte al servicio de la verdad

EMMA RIVEROLA

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Nelson Shanks ha desvelado que el retrato oficial que realizó al expresidente Clinton esconde una sombra. Una silueta oscura junto a la figura del político demócrata. A simple vista, un capricho del artista. Pero su intención no era tan inocente. Shanks asegura que es la sombra del célebre vestido azul de Lewinsky que sirvió para probar las relaciones sexuales entre la becaria y su poderoso jefe. Con esa mancha quiso representar las zonas oscuras del mandato de Clinton. Los mensajes secretos no son una novedad en las obras artísticas. Desde el universo borgiano hasta las iniciales ocultas en las pupilas de la Gioconda, pintores, escritores y directores de cine han recurrido a menudo al uso de símbolos e imágenes subliminales. A veces para reforzar algún aspecto de la trama. A veces para expresar su repulsa al mundo que les rodea.

Una mancha, una frase o, incluso, una obra completa que ha convertido a sus autores en personajes perseguidos. Frente a la cultura genuflexa ante el poder, siempre ha habido unos pocos, un puñado de valientes que ha puesto su arte al servicio de la verdad, aun en perjuicio de su propia seguridad. Aunque supieran que nada tenían que ganar. En el mejor de los casos, el silencio en vez de la alabanza. En el peor, su propia vida. Nuestra libertad está construida sobre todos aquellos que tuvieron la voluntad de mostrarnos las sombras. Una deuda social hacia quienes opusieron su talento al poder.