Ventana de socorro

Las preguntas del dolor

Los animales brindan un afecto desinteresado, constante, incondicional que hoy nos falta

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Ser adulto significa conocer el dolor y saber explicárselo a un niño, por ejemplo, si el animalito con el que convive y al que ama muere. Lo bueno del dolor es que nuestro cerebro está diseñado para que, cuando no lo padecemos, lo olvidemos. Recordar constantemente el dolor sería anómalo, traería un sufrimiento que impide vivir y la fuerza de vida es lo principal, es más poderosa que nosotros. El dolor ante la muerte trae aparejada una sensación física y es el cuerpo el que con más intensidad recuerda. Cuando volvamos a enfrentarnos a una pérdida, reaparecerá con su enorme dimensión, más grande que ninguna otra cosa, porque cada muerte reabre una herida cerrada.

Las cosas que hacemos cotidianamente perderán su sentido y pensaremos que la vida que llevábamos era muy ligera y muchas de nuestras acciones, obligaciones, zozobras ramplonas. En estas semanas que tanto hablamos de política, de la independencia, de la respuesta de Mariano Rajoy, de la causas de unos y otros y de por qué tantos catalanes las sienten como propias, habrá personas que hayan perdido a sus seres queridos o quizá a los animales que estimaban, como me ha ocurrido a mí.

Esas personas nos habrán mirado mientras discutíamos o nos manifestábamos y les habremos parecido tan lejanos. Enzarzados en elucubraciones que son un lujo que ellos no se pueden permitir, seguramente les habremos resultado tan inconscientes como los niños que juegan y se creen a pie juntillas su juego arrastrados por su imaginación.

Me duele la muerte repentina de mi gatita Laika. Apenarse por un animal podrá parecer superficial, frívolo, con los graves problemas que tienen las personas, pero hoy los animales brindan un afecto incondicional, constante, desinteresado que nos falta. El dolor nos coloca en una perspectiva nueva. Obliga a la pausa y nos revela una verdad sobre nosotros mismos, por ejemplo si realmente los problemas son los que creíamos ayer y si no hay bondades que se nos ocultan.