Pequeño observatorio

Las 'necros' de otros tiempos

JOSEP MARIA ESPINÀS

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¿Me permitirá el lector que lleve a esta página una glosa necrológica que se publicó hace algo más de 40 años? La incluí en un libro que ya no se encuentra. Literalmente dice lo que sigue.

«Hombre integérrimo, de admirables dotes y grandes virtudes, su muerte ha venido a causar acerbo dolor no solo a sus familiares sino también entre quienes en vida, honrándose con ello, fueron sus amigos.

Industrial acreditado y perfecto catalán y caballero, supo adornar su vida con los atributos más apreciables del amor a los suyos, por quienes tanto en vida supo sacrificarse. Humilde y religioso, Dios quiso premiar en él estas virtudes concediéndole las gracias de un cristiano y edificante tránsito, exento de padecimiento y con toda lucidez (...), recibiendo hasta el último instante de su existencia consuelo y atenciones hasta exhalar el último suspiro.

Llevó siempre con orgullo una entrega total a los suyos, amantísimo esposo, padre ejemplar, desviviéndose por el bienestar de sus allegados (...), mentor, ejemplo y guía de buenas acciones, caballerosidad y religiosidad.

Hombre tan modesto en sus hábitos y costumbres, ejemplo humilde de catolicidad exenta de toda mundanalidad y terrenal pompa, quiso que no se avisara de la hora de su sepelio».

Después de leer este texto, que he acortado, pensé en una esquela de alguien que dijera: «También os invitamos a recordarlo los pájaros que tanto escuchó, los versos que leyó cuando la familia dormía o miraba la televisión, el vino que compartió sin prisa, las chicas que supo mirar cuando pasaban, la canción que cantaba cuando esperaba el semáforo verde en la esquina, las risas que compartía con los amigos cuando cenaban juntos... También invitan a recordarlo los amigos del chocolate».

Claro, no habría suficiente dinero para pagar una esquela tan larga.