El proceso soberanista

Las muñecas rusas de Artur Mas

El dirigente sigue demorándolo todo con nuevos números de una magia que siempre tiene truco

Las muñecas rusas de Artur Mas_MEDIA_2

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ANTONIO FRANCO

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Lo más llamativo de las sucesivas propuestas de Artur Mas para ganar tiempo es que cada vez parecen más insatisfactorias a los catalanes que desean expresarse en relación a su futuro, más livianas e inconsistentes a los observadores que intentan ser objetivos, y más reconfortantes a sus adversarios. A la cabeza de estos últimos está Mariano Rajoy, que gracias a Catalunya vive el mejor minuto de gloria de su desgraciada y torpe legislatura, pues ha ganado el round de si habría o no una verdadera consulta el próximo 9-N, aunque la batalla de fondo continúe.

Las propuestas de Mas son como muñecas rusas. La primera es grande, muy aparente, bien definida, de colorido vigoroso y una barriga llena de contenido. Las siguientes son cada vez más pequeñas, toscas y menos elaboradas. Y la última es una cosa minúscula, del tamaño de una lenteja, y tan desdibujada que solo puede considerarse muñeca si se utilizan grandes dosis de imaginación.

Después de ignorar a los ciudadanos catalanes que discrepan de la opción independentistaMas empezó el juego de las muñecas rusas tanto con los que él seguía, básicamente ANC y Òmnium, como con quienes le secundaban. Hizo creer a su opinión pública adicta que conseguiría realizar poco menos que un referéndum claro y nítido como el de Escocia. Luego inició la rebaja y ofreció un primer sucedáneo: sería una consulta sin valor legal pero con la fuerza moral suficiente para que el resultado impulsase el salto final hacia la independencia. A continuación usó más tijera: recortó la supuesta grandeza de miras inicial del seudoreferéndum al optar por una pregunta enredante que garantizaba una lectura confusa de sus resultados. Y cuando llegó la esperable negativa de la Administración española a facilitarle las cosas, lo que esgrimió en su recurso legal fue una muñequita muy pequeña: la alegación señalaba que el objetivo final del paso por las urnas era efectuar una simple encuesta demoscópica sobre lo que opinaban los catalanes.

Ahora, al final, ha sacado de la manga una muñeca rusa todavía mas ínfima: el prometido referéndum ya no será una consulta, ni siquiera una encuesta, sino otra fiesta reivindicativa, aunque en vez de formar una cadena humana o dibujar una inmensa V su aliciente será convertir a los manifestantes en supuestos votantes, apoderados y escrutadores dentro de una ficción de elección. Pero la publicidad institucional sigue impulsándola diciendo que a través de ella «tú decides».

Recapitulemos. Rajoy de momento gana, pero sigue comprando números para acabar perdiendo. Ante una reclamación mayoritaria y pacífica de cambios, él sigue haciendo crecer entre los catalanes el desapego y el independentismo por su falta de respuesta (y no es nada seguro que respecto a los cambios que piden la primera opción de los catalanes sea la independencia). Mas sigue demorándolo todo con nuevos números de magia. Pero la magia siempre tiene truco (también se le puede llamar trampa), y es que ha perdido su neutralidad institucional al diluir y hacer invisible desde toda la esfera pública una de las dos alternativas posibles para resolver la crisis: la de que Catalunya continúe en España al precio de una reforma constitucional y una mejora/blindaje del autogobierno en las materias que sus ciudadanos consideran más sensibles. Esta alternativa la desea una franja importante de la opinión pública del país, probablemente igual o superior en número a los partidarios de la escisión.

Realizar el 9-N otra fiesta de movilización es legítimo. Pero no tiene nada que ver con lo prometido al principio, y equivale a aplazar la consulta que nadie puede impedir: unas autonómicas en las que el independentismo compita de cara con las demás opciones. Pero es que a Mas no le convienen esas elecciones por la debilidad de su partido, que elección a elección ha sido como otra muñeca rusa: ha salido de ellas cada vez más pequeño y menos respaldado. A partir de que en Catalunya existía otra formación más creíble en la apuesta independentista, con su estrategia Mas ha roto a CDC por su eje, a CiU por su bisagra, y ha distanciado a su formación del amplio espectro del catalanismo mayoritario, tanto el burgués como el popular. Por eso condiciona el adelanto electoral a que sea una cita con candidatura unitaria en la que CDC no tenga que presentarse con su devaluado nombre.

Todo el mundo reconoce que Mas ha sido ingenioso al pasear sobre el hilo de la legalidad/ilegalidad desatendiendo los estirones de Oriol Junqueras hacia la desobediencia frontal o el desacato. La mayor parte de la gente siempre ha creído que con esos trucos Mas intentaba engañar a Madrid. Ahora se va abriendo paso la tesis de que, para salvar los empleos e intereses de muchos de sus compañeros de partido, a quien también engaña al no convocar de una vez las elecciones inevitables es a muchos catalanes.