La clave

Las mentiras de los cuatro presidentes

JUANCHO DUMALL

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Felipe González negó la guerra sucia del GAL; José María Aznar negó que el islamismo radical causara la masacre del 11-M; José Luis Rodríguez Zapatero negó la llegada de una profunda crisis económica, y Mariano Rajoy negó la existencia de una caja b y los sobresueldos en negro en su partido. Los tres primeros pagaron las mentiras en las urnas. Nada indica que el cuarto presidente pueda huir de esa maldición que, por suerte, persigue a los políticos que tratan de engañar a los ciudadanos.

La Fiscalía Anticorrupción hizo público el viernes un escrito sobre el 'caso Gürtel' demoledor para el partido del Gobierno. Pero el PP insiste en separarse como organización de una trama de cobro de comisiones ilegales que durante años hizo suculentos negocios con administraciones locales y autonómicas gobernadas por políticos populares. El fiscal acusa, entre otros, a los tres últimos tesoreros del partido y considera acreditada la existencia de una contabilidad paralela oculta. Sin embargo, la reacción del partido ha sido la de no dar ni un paso atrás. Los dirigentes populares han evitado los pronunciamientos públicos -hasta el cinismo tiene unos límites- y se han escondido tras un comunicado en el que el partido se declara «absolutamente ajeno» a este caso.

Tres opciones

Las evidencias contra el PP acumuladas en este caso dejaban tres opciones a Rajoy. La primera, dimitir como máximo responsable del partido, lo que hubiera abierto una gran crisis en la derecha en un momento de extrema debilidad de España. La segunda, intentar salvarse él, pero fundir unos cuantos fusibles de su entorno. Por ejemplo, tendría que haber expulsado del partido a Bárcenas y a Lapuerta, no hacer ministra a Mato y dejar caer a los más altos dirigentes madrileños y valencianos. Hubiera sido una catarsis interna para la que hacía falta un coraje del que Rajoy carece. La tercera opción, que fue la elegida, consiste en negarlo todo, activar el 'y tú más' frente a la oposición y esperar a la larga instrucción de la justicia, mientras se construye la fábula de que los ladrones eran Bárcenas y Correa, y la víctima era el PP.

No colará, presidente.