Las luces de París
Los parisinos han demostrado que están heridos pero más firmes que nunca para defender los valores de la Ilustración
Xavier Martínez-Celorrio
Profesor de Sociología de la Universitat de Barcelona.
XAVIER MARTÍNEZ CELORRIO
Justo una semana después de la masacre, París se llenó de luces, velas, gente ocupando las calles y un clamor unánime contra la barbarie del yihadismo. En lugar de apocarse y aislarse cada uno con sus miedos en casa, los parisinos ocuparon el espacio público para demostrar que están heridos pero más firmes que nunca para defender los valores de la Ilustración. Libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad son valores republicanos constitutivos de la sociedad francesa desde los tiempos de la Ilustración y de su gloriosa Revolución de 1789. Son valores a preservar que nunca serán derrotados ni por el yihadismo ni por su contrarréplica del miedo, el lepenismo xenófobo.
No estamos ante una guerra de civilizaciones como dice la derecha extrema. Ni ante el fracaso del multiculturalismo como dicen Albiol, Le Pen y otros predicadores del racismo popular más superficial. La batalla es entre la premodernidad medieval y la Ilustración republicana. Daesh utiliza un lenguaje medieval y premoderno que alude a las Cruzadas y guerras santas del pasado. En su comunicado de los atentados de París, acusa a las víctimas de ser pecadores e impíos por estar en restaurantes, terrazas, partidos de fútbol o salas de conciertos. Es decir, por ejercer, sus libertades en una ciudad abierta y cosmopolita con espacios públicos compartidos donde no importa el origen social ni los credos religiosos ni las diferencias de identidad para pasar un rato juntos y disfrutar del ocio nocturno. Así debe continuar siendo.
El sectarismo aterrador de Daesh busca imponer el miedo y socializar la islamofobia entre la opinión pública. En suma, inocular el virus de la reacción más extrema posible para acabar con los valores de la Ilustración, la democracia y la confianza mutua. Ahora, Albiol, Le Pen y el resto de populistas entran al trapo que busca el yihadismo para volver a un escenario polarizado de guerras medievales, Estados policiales e intolerancia religiosa. Todo sea por ganar votos o llegar al poder.
No, por favor, no más gasolina a un fuego que empezó con el trío de las Azores y ha ido de mal en peor desde entonces por una irresponsabilidad manifiesta. Las armas de destrucción masiva estaban en las Azores (no en Irak) y nos han atacado como un bumerán resentido difícil de adivinar dónde atacará de nuevo.
SEGURIDAD Y LIBERTADES
Tras los atentados, una encuesta de 'Le Figaro' decía que el 84% de los franceses estaban de acuerdo en perder libertades públicas en favor de mayor seguridad. Pero ese dato debe entenderse como una reacción coyuntural y limitada para hacer más eficaz la lucha antiyihadista. Convertirlo en algo definitivo es entrar en el juego del terror. Para evitarlo y para preservar los valores de la Ilustración y de la República, los parisinos han salido a la calle para recuperarla y no dejar que el espacio público sea gobernado por el miedo o por la xenofobia más oportunista. Las luces de París nunca se apagarán ante la barbarie. Y ocupar ahora las calles con ciudadanía es derrotar al yihadismo.
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