Al contrataque

Las llaves de Eloísa

La señora Támez es, a sus 72 años, una veterana en la lucha por los derechos civiles y no tiene miedo de pronunciar en alto y en público ciertas palabras

Protesta contra el muro en la Ciudad de México.

Protesta contra el muro en la Ciudad de México. / RS

ANA PASTOR

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Eloísa combina su elegante melena canosa con unas pequeñas y alegres gafas de color amarillo y verde. El llamativo color de su camisa también retrata su personalidad e ímpetu. La señora Támez es, a sus 72 años, toda una veterana en la lucha por los derechos civiles así que a estas alturas no tiene miedo de pronunciar en alto y en público ciertas palabras.

Vive desde siempre en la frontera entre México y Estados Unidos. En realidad, cuando la señora Támez nació en el año 1935 en el estado de Tejas todavía no se había construido esa parte del muro hoy de nuevo famoso. Eloísa fue criada en una reserva indígena que ha pertenecido a su familia históricamente. Una familia que ha vivido allí desde hace nada menos que tres siglos. 

UNA COMUNIDAD DIVIDIDA 

Todo cambió en el año 2006 cuando el Congreso bajo la administración de George Bush decidió levantar una nueva fase del muro atravesando sus propias tierras en Río Grande. Un hogar separado pero también una comunidad dividida. Partida en dos. Esa medida fue mantenida después por el gobierno de Barack Obama

Eloísa decidió entonces iniciar una batalla legal para evitar que le expropiaran la vivienda. Ha durado siete años. Y ha conseguido ganar una parte del litigio, pero el muro fue igualmente construido en esa zona. A cambio recibió una compensación económica y un código que le permite atravesar la valla con esa clave. Algo parecido a una llave que comunica el Norte con el Sur. Podríamos decir que la tierra se abre en dos cada vez que ella pulsa los dígitos secretos.

DERECHOS INDÍGENAS

Hay cientos de familias que pueden estar en la misma situación que Eloísa si se continúa con la construcción del muro. Así que las medidas anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pueden suponer que se reabra la batalla legal y se incremente el coste de ese muro indigno. Una norma obliga al Gobierno federal a consultar con los propietarios de esas tierras cualquier decisión que se vaya a tomar sobre sus viviendas. Pero, además, al tratarse de la comunidad indígena, ellos tienen ciertos derechos que están recogidos por la Constitución. Están en algunos casos protegidos como entidad política.

El otro día escuché a esta valiente mujer hacer una reflexión sobre la coherencia. Decía que cada vez le cuesta más admitir que vive en un país que se pasa el día dando lecciones de democracia a otros mientras permite que pasen ciertas cosas como esta. Y me gustó cómo hablaba además de esa tierra que sus antepasados cuidaron... como dice ella y como describe el poeta mexicano Mardonio Carballo: «Uno es de donde tiene enterrado su ombligo». Y Eloísa no piensa dejar que limiten su libertad y la de otros antes de que eso suceda.