De consejos y enumeraciones

Las listas bobas

No nos gusta que nos digan lo que ya sabemos, pero cada verano aparecen las sugerencias contra el calor

Ventilador en un comercio.

Ventilador en un comercio. / periodico

ROSA RIBAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En estos días sofocantes, no hay un medio de comunicación que no haya presentado su lista de consejos para enfrentarse a la ola de calor. Listas de lo que hay que hacer en general: beber, evitar las actividades físicas intensas en las horas de temperaturas máximas, usar ropa fresca y holgada, protectores solares… ¿Algo nuevo? No, nada que no supiéramos todos.

Tampoco vamos a encontrar propuestas sorprendentes en las listas que quieren resolver el problema del sueño en las noches calurosas. ¿Hay alguien que no supiera que las duchas frías son un error? Y lo de bajar las persianas para que no entre el sol en la casa durante el día se lo hemos visto hacer a nuestros padres y abuelos, que nos han transmitido esta costumbre casi siempre pidiéndonos, con la vehemencia que exige evitar la irrupción de un invitado indeseable, «baja la persiana, que no se cuele el calor», «corre las cortinas, así no entra el sol». Lo que no sabíamos de casa, nos lo dictaban el instinto o el sentido común. ¿Alguien necesita que le recuerden que es mejor dormir con un pijama ligero? ¿A nadie se le habría ocurrido lo del paño húmedo? ¿Necesita alguien el refrendo de una lista para realizar la fantasía de la almohada metida en la nevera o le bastaba con la propia desesperación a la segunda noche sin dormir?

FALSA COMUNICACIÓN

He revisado las listas de consejos de este año antes de redactar este texto. Nada nuevo. ¿Qué sentido tienen, entonces? En un sentido estricto, ni siquiera comunican, porque para ello es necesario que haya un vacío de información, que la persona que habla o escribe transmita a su interlocutor algo nuevo. He sido profesora de español como lengua extranjera durante muchos años y en los manuales he encontrado muchos ejemplos de falsa comunicación, diálogos idiotas cuya única función era practicar una estructura gramatical ignorando el principio elemental de la comunicación: que siempre tiene algún objetivo y que entre esos objetivos no se encuentra, por ejemplo, «voy a usar el pretérito indefinido en cada frase». Algunos de estos diálogos didácticos serían impensables en la vida real. ¿Qué cara se les quedaría a ustedes si alguien les hiciese una pregunta de este tipo? «Ahora tú, Rosa. Dime, ¿cómo te llamas?». Las reacciones pueden ser muy variadas, desde la risa hasta el desconcierto, pasando por el enojo. No nos gusta que nos digan lo que ya sabemos.

Pero todos los años, con la misma inexorabilidad de las estaciones, aparecen las listas con consejos contra el calor. Y todos los años las leemos. ¿Por qué?

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Las listas tienen una potestad derivada de una mezcla\u00a0","text":"de pensamiento m\u00e1gico y tradici\u00f3n cultural"}}

Sobre las razones de otros solo puedo especular, pero en mi caso sé que las leo porque me confortan y me dan una sensación de control. El calor me supera, me aplasta, me asfixia, me roba el sueño, el humor, el hambre. Pero tengo una lista. Que no dice más que lo que ya es conocido, sí, pero desde la autoridad de ser una enumeración ordenada. Las listas tienen una potestad que deriva de una mezcla de pensamiento mágico y tradición escolar o cultural. En mi jerarquía personal, las menos categóricas son las enumeraciones con puntos, los negros son más contundentes que los blancos. Seguirían las listas con letras y, dotadas de un mayor ascendiente, las numeradas.

Son un instrumento poderoso, categórico cuando se usan en las discusiones: «Esto es así por tres razones, la primera…». Por más que despierten en mí ganas de arrancarles los dedos que levantan o bajan (hay dos escuelas, por lo visto) mientras enumeran, reconozco que me obligan a refrenarlos hasta que han llegado al punto tres. Pero las listas de tres solo sirven en la lengua oral; para la escritura, la tradición nos exige por lo menos cinco. Con menos de cinco no lo consideramos una lista. Por cuatro consejos contra el calor, no me paro a leer. A partir de cinco, entonces.

ALGO QUE ESTÁ EN NUESTRAS MANOS

Curiosamente, hay números que vemos (o veo) más adecuados para hacer listas. Fíjense que pocas veces encontrarán listas de 6, 8 o 9 ítems. El pobre 6 es un número sándwich, un hermano mediano entre dos de los números favoritos. El 8 sugiere una lista blandita, que no se ha sabido reducir a 7, ese número tan valorado, tan suertudo. El 9 es de vagos, porque, ya puestos, por qué no hacer un decálogo, que tiene más tradición y más peso.

Listas bobas, triviales, redundantes. Y tan consoladoras. Benditas listas que nos prometen alivio, que nos dicen que podemos hacer algo, que está en nuestras manos. Esa es su utilidad. Así que gracias de corazón a los que una vez más nos reconfortan con estas enumeraciones. «1. Beba. Hidrátese». Por supuesto, ahora mismo lo hago. Después pasaré al punto 2. No vas a poder conmigo, calor, tengo una lista.