EL DEBATE SOBRE UNA NORMATIVA POLÉMICA

Las libertades del consumidor

La desregulación de los horarios comerciales no es una demanda de los ciudadanos

MIGUEL ÁNGEL FRAILE

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El artículo del profesor Jaime Sabal publicado en EL PERIODICO el pasado día 5 (El mito de los horarios comerciales) empezaba así: «Un principio fundamental que rige en toda sociedad moderna es que los ciudadanos deben gozar de las más amplias libertades y que las mismas deben ser coartadas solamente cuando quede justificado que es necesario para el beneficio de la comunidad en general». Compartiendo plenamente dicho razonamiento, podemos definir la libertad como la capacidad de elegir del ser humano. En este sentido, hablar de la capacidad de elección en términos comerciales sería hablar de la libertad del consumidor de poder escoger dónde y cuándo realizar sus compras.

En el caso del cuándo, Catalunya goza de una apertura semanal de 72 horas. Es decir, los comercios pueden abrir diariamente 12 horas dentro de la franja de las 7 a 22 horas. Además de ocho festivos de apertura comercial autorizada fijados por la Generalitat y dos festivos que pueden ser señalados por los municipios. Además, en Catalunya hay más de 100 municipios declarados turísticos a efectos comerciales, y hay excepciones para ciertos sectores que pueden abrir todos los festivos. Es decir, el 22% del comercio puede abrir cualquier día de la semana.

En el caso del dónde, Catalunya sigue caracterizándose por una amplia variedad y riqueza comercial, constituida por la convivencia de todos los formatos comerciales, y parece que dicho sistema funciona, y no lo dicen los comerciantes, sino los propios consumidores. Los turistas valoraban, en el 2013, la oferta comercial de Barcelona con un 8,6 sobre 10 y su relación calidad-precio con un 8,26, según datos de Turisme de Barcelona, además de ser designada como una de las mejores ciudades de Europa para realizar compras, según The Globe Shopper Index.

Si hablamos de libertades, también cabe mencionar la libertad y el derecho que los ciudadanos de un país desarrollado como Catalunya deben tener, la conciliación de la vida familiar y laboral. En Catalunya existen 94.982 tiendas dedicadas al comercio al detalle, de las cuales el 90% son pequeños comercios familiares, que emplean cerca de 325.000 personas (entre autónomos y trabajadores asalariados), siendo la primera empresa en términos de empleo de toda Catalunya. En este sentido, el domingo debe seguir siendo un día de conciliación familiar y laboral par poder disfrutar con nuestros hijos, familiares y amigos.

Si entendemos que la libertad del consumidor pasa por poder ir a comprar en domingo, ¿por qué la libertad no pasa por poder ir al banco? ¿O acudir a la administración? ¿O poder ir al médico de familia ese día? ¿O coger el metro y el autobús con la misma frecuencia? Si consideramos que los consumidores, en general, de cualquier producto o servicio, tienen libertad únicamente cuando deciden cuándo ir a comprar, ¿por qué los defensores de esa libertad no la solicitan para todo tipo de sectores?

La desregulación de los horarios comerciales no es un factor demandado por los consumidores, sino una necesidad creada por determinados formatos y operadores comerciales como fórmula depredadora de la competencia. El Barómetro del CIS de abril del 2011 aseguraba que el 87,5% de los españoles consideran que la regulación de horarios comerciales (vigente en ese momento) afectaba «poco» o «nada» a sus hábitos de compra. Un estudio reciente de Esade y la Fundación Barcelona Comercio indicaba que el 70% de barceloneses estaban «satisfechos» o «muy satisfechos» con la regulación horaria de la Generalitat.

Finalmente, el profesor Sabal considera en su artículo que «[…] la verdadera causa de esta normativa es que la gran mayoría de comerciantes no desea la ampliación de horarios, porque, efectivamente, para sobrevivir seguramente tendrían que trabajar más o contratar empleados». Debo decir que los propietarios de pequeños comercios, muchos de los cuales abren más de 10 horas diarias, trabajan más de 60 horas semanales, por lo que no parece que el hecho de «trabajar más» sea un problema para ellos, porque ya lo están haciendo. Tampoco lo sería seguramente contratar a más personas, en el supuesto de que fuera cierto que abriendo más horas las ventas aumentaran en igual proporción.

La Comunidad de Madrid tiene horarios desregulados desde hace años, y lo cierto es que en esa región, según el INE, las ventas han disminuido paulatinamente en los últimos años, así como su nivel de ocupación, mientras que en Catalunya han aumentado. Usemos el término libertad para defender los derechos de consumidores y ciudadanos, y dejemos de usarlo para referirnos a una desregulación estatal más de nuestro sistema de convivencia.