MIRADOR

Las lecturas erróneas del 27-S

Votación en Sant Vicenç dels Horts, el 9-N.

Votación en Sant Vicenç dels Horts, el 9-N.

XAVIER BRU DE SALA

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Cuando se plantea un referéndum, se entiende que las respuestas afirmativas deben superar a las negativas. Si no es así, habrá perdido el 'sí'. En algunas ocasiones no basta con la mitad más uno de los votos, pero si algún lector sabe de una excepción en la cual pueda ganar el 'sí' sin superar al 'no', todo el mundo le agradecería que compartiera una tal sabiduría. Sobre todo la multitud de independentistas catalanes que, ante el temor de perder, minimizan el resultado del 27-S en términos de referéndum y se aferran al número de diputados en el Parlament que obtengan los programas a favor de la independencia. Una cosa es hacerse trampas al solitario en la intimidad y la otra, hacérselas en medio del ágora y a la vista de todo el mundo.

Las elecciones de septiembre no tendrán el carácter plebiscitario puro que reclamaba el 'president' Mas --para asegurarse de paso una de las victorias electorales más cómodas de la historia de las democracias--, pero si se presentan varias listas que abogan por la independencia, queda claro que hay que sumar sus votos para saber si hay o no hay mandato popular. Se supone que eso nadie lo pone en duda. Ahora bien, ante la posibilidad de que esta suma no supere a la suma de todos los demás, la suprema inteligencia de no pocas mentes independentistas corre a negar, antes de tiempo y contra toda lógica, la importancia de este dato, que es el fundamental. Es curioso: si supera el listón democrático de la mayoría, la independencia habrá ganado sin paliativos, pero si no llega, no habrá perdido. ¿En el Quebec y Escocia, sí, pero en Catalunya, no?

Estas mentes tan previsoras quizá no han tenido en cuenta que la democracia tiene unas normas genéricas que se fundamentan, todas, en el concepto de la mayoría y la minoría. Por tanto, ya pueden ir poniendo de relieve que la independencia habrá ganado con la mitad más uno de los diputados, que si pierde en el recuento general, este será el titular de la prensa de todo el mundo: "En Catalunya también pierde la independencia". Después, habrá quien matice si los independentistas tienen la mayoría de escaños, si gobernarán o cómo. Pero el titular, el interés del mundo por unas elecciones que se plantean como un sustituto del referéndum que España no permite, consistirá en saber si la independencia gana o pierde. O ando muy errado o a los ojos del mundo eso es lo que contará (suponiendo que llegue el 27 en las condiciones previsibles).

Que gane la independencia depende sobre todo de la participación. La moral de derrota no es nunca la mejor. Digerir las derrotas es más difícil que administrar las victorias, pero no hay camino más seguro hacia el desastre que intentar hacer pasar una derrota por su contrario. En Escocia, la independencia perdió el referéndum, pero el partido que la promueve no tan solo gobierna, sino que ha salido muy reforzado.