Nueva etapa política en Francia

Las lecciones del osado Macron

Sacó la bandera azul con las estrellas y paseó con el 'Himno de la alegría'. No es para menos: ha ganado Europa

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CARLOS CARNICERO URABAYEN

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Macron en la noche electoral: «Dijeron que era imposible, pero no conocían Francia». Tiene razón: ha desafiado las ideas tan extendidas y tan débilmente asentadas sobre lo que se puede hacer hoy en la aparentemente encorsetada política europea. Su mensaje: si Francia se repliega ante el mundo, yo la llevaré dos pasos más hacia delante. Si dicen que necesito un gran partido, crearé uno nuevo. Si creen que hay que combatir al populismo admitiendo algunas de sus verdades, no les daré ni agua. Formidable osadía.

Hace tiempo que los líderes europeos actúan hipnotizados por las pulsiones de las opiniones públicas nacionales. Lo normal es cargar contra la UE al estilo Orbán en Hungría, esconder la bandera europea, como hizo Renzi una vez parapetado por banderas italianas o culpar a la UE de los males y poner las medallas en los milagros nacionales. ¿Se nos había olvidado que el verdadero líder es quien logra explicar y convencer, sobre todo con el viento en contra?

EUROPEÍSMO

Poco antes del 'brexit', un estudio del Pew Research Center mostraba a Francia a la cola en europeísmo (incluso eran más los franceses con una visión desfavorable de la UE que británicos: 61% frente a 48%). Otro estudio reciente de Bertelsmann Stifftung apunta a que el 54% de franceses percibe la globalización como amenaza, frente al 45% de media europea, y el 55% se identifica como tradicionalista más que progresista (frente al 50% de media europea). 

Marine Le Pen clasifica a los franceses tramposamente como «patriotas» o «globalizadores». Planteó el combate electoral en el eje que empieza a dividir la política occidental: más que izquierda frente a derecha, cerrazón frente a apertura; proteccionismo ante globalización; regresión democrática frente a sociedades abiertas y liberales. Macron aceptó el envite y sacó la bandera azul con las estrellas a pasear en los mítines. Tras vencer, paseó ante el Louvre con el 'Himno de la alegría'. No es para menos: ha ganado Europa.

Macron también ha apelado al «coraje de la verdad». No es banal recordarlo en estos tiempos cuando a menudo vale más la ocurrencia que la ciencia y el insulto que el análisis reposado. Armado de datos y sin estridencias, ni tentado de copiar su mensaje populista, Macron aceptó el cuerpo a cuerpo con Le Pen y el resultado más palpable fue el debate televisado donde la populista quedó en evidencia, a ratos ignorante, a ratos desesperada por atacar sin proyecto. 

REINVENCIÓN O ALTERNATIVAS

Macron también tiene un mensaje para los partidos tradicionales, socialdemócratas y conservadores: no sois imprescindibles. Reinventaros o habrá alternativas responsables. Macron se dio cuenta de que con la etiqueta del Partido Socialista los electores no le hubieran escuchado. Montó su partido exprés y ni siquiera necesitó primarias, la herramienta a la que se acogen los partidos viejos en busca de milagros rápidos. ¿Su legitimación? Tengo las ideas claras y una sólida formación. Ahora le toca lo difícil. Suerte.