Moda, realeza y sexismo

Las increíbles princesas menguantes

A partir de Diana de Gales se empezó a exigir que fueran delgadas, fotogénicas y estilosas

La televisión británica emitirá un vídeo de Lady Di hablando sobre su sexualidad

La televisión británica emitirá un vídeo de Lady Di hablando sobre su sexualidad / periodico

LUCÍA ETXEBARRIA

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Soy lo suficientemente mayor como para que recuerde el mundo antes de Diana de Gales. Entonces las princesas y  las primeras damas salían en prensa, claro, pero todas iban en plan Jackie Kennedy cuando estaban casada. Recataditas, con sombreros de bombonera y trajes que no revelaran demasiado.    

El día que Carlos de Inglaterra admitió que mantenía una relación con Camilla Parker Bowles, Diana se presentó en una fiesta  con lo que la prensa de entonces denominó "el traje de la venganza", un traje ceñidísimo y escotadísimo de Christina Stambolian, que dejaba ver mucho  y adivinar más. Desde entonces empezó a lucir como una estrella de cine. Fue a partir de Diana de Gales que se empezó a exigir que las princesas fueran delgadas, fotogénicas y estilosas.

Diana de Gales padecía bulimia. Victoria de Suecia, también. Kate Middleton, la duquesa de Cambridge y esposa del príncipe Guillermo, sigue una dieta hiperproteica que es cualquier cosa menos sana.

El caso, lo que nos importa, es que nadie comenta los estilismos de sus maridos, nadie está todo el día preocupado en España por si Felipe se deja barba o en el Reino Unido por si el príncipe Guillermo está yendo un poco más allá de lo que se considera fofisano. 

Estas mujeres se supone que promueven causas humanitarias, que visitan hospitales y fundaciones, pero solo nos importa lo que visten. Su estilismo, su 'look'.

Cuando hoy, 8 de marzo,  se ha organizando una enorme marcha mundial, ¿no es hora que todas nos planteemos qué sentido tiene que los medios presuntamente serios hayan dedicado dos páginas al "duelo de estilismos" de Letizia y Juliana Awada, la primera dama argentina?

Una mujer no debe ser juzgada por lo que viste sino por lo que es. En invierno y en otoño, visto como me sale del… moño. Ni un novio, ni mi madre, ni una amiga, ni una revista de moda ni un periódico deben juzgar lo que llevo.

Ya basta de consumismo y de sexismo, por favor. Somos personas, no escaparates andantes.