Los nuevos analfabetos
Las flores de Fukushima
Con la progresiva eliminación de las humanidades en los planes de estudio se está forjando una generación de analfabetos hipertecnológicos
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
OLGA MERINO
En Estados Unidos todavía no se han recuperado del susto después de que, la semana pasada, la Universidad de Stanford hiciese pública una investigación sobre la habilidad de los jóvenes para distinguir lo real del cuento chino en la información obtenida por internet. Un estudio cuyos resultados se resumen en una sola palabra: desolación.
El 82% de los 7.804 chavales encuestados, estudiantes entre la secundaria y la universidad, fueron incapaces de diferenciar una noticia contrastada de un contenido de pago donde un banquero predicaba sobre la necesidad de hacerse un plan financiero; lo entendieron como verdad de la buena, aun cuando llevaba un membrete que atufaba a publirreportaje.
Más llamativa fue la prueba sobre las flores de Fukushima. Les mostraron una foto con unas margaritas unidas por los botones, como si fueran siamesas, una supuesta aberración genética causada por la radiactividad, y los enfrentaron a una pregunta: «¿Es esto una evidencia fidedigna de las condiciones en torno a la central nuclear japonesa?». Pues bien, el 40% de los encuestados -en este caso universitarios, ojo- respondieron que sí, que lo era, aunque la imagen procedía de un portal donde cualquiera puede subir una fotografía y tampoco añadía referente espacial alguno.
No deja de ser curioso que el estudio de Stanford coincida en el tiempo con la inclusión del término posverdad en el diccionario de Oxford y con el debate en torno a la irrupción de noticias falsas en las elecciones norteamericanas, como que el Papa apoyaba a Donald Trump. La principal conclusión es que estamos jugando con fuego. Muchos jóvenes se manejan como centellas con la 'tablet' y luego son incapaces de separar el trigo de la paja.
Pero la culpa no es solo de Twitter o Facebook. Con la progresiva eliminación de las humanidades en los planes de estudio, de aquellas asignaturas que afilan el discernimiento, se está forjando una generación de analfabetos hipertecnológicos. ¿Historia? Puaj, ¿para qué? ¿A qué viene acordarse ahora de las elecciones alemanas de 1933? Luego pasa lo que pasa.
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