Las europeas en blanco y negro

XAVIER GINESTA

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Ecuador de la campaña para las elecciones europeas del próximo domingo. Perfil bajo –en sintonía con el poco interés que despiertan los temas comunitarios entre la masa– y, en el Principado, la mirada de los aparatos de los partidos puesta a ver cuál de los candidatos a presidir la Comisión Europea se posiciona a favor del derecho a decidir: de momento, la más evidente ha sido la verde Ska Keller, muy por encima de la tibieza que ha mostrado el liberal Guy Verhofstadt –que incluso en el mitin de Vic pasó de puntillas por el tema– o el tono federalista del griego Alexis Tsipras.

Unión Europea: por muchos, demasiado lejos; pero también demasiado necesaria. Los titulares derivados de la campaña responden más a la lógica de la política interna (tanto la catalana como la española) que no a las propuestas que hacen los candidatos sobre la Europa del futuro. Por un lado, porque a la ciudadanía le sigue costando entender qué se cuece en el entramado comunitario. Por ejemplo, recuerdo un encuentro-coloquio del conseller Francesc Homs, el pasado domingo en Centelles, que el turno de intervenciones estuvo más enfocado a discutir sobre el porqué de la corrupción en España (y los sueldos de los dirigentes políticos, Eurodiputados incluidos) que no a resolver dudas sobre la posición que su partido defenderá en el Parlamento Europeo.

Por otra parte –y aquí abro un hilo de esperanza para el éxito del proceso catalán–, porque el debate sobre el derecho a decidir se ha internacionalizado definitivamente. Las constantes referencia a las editoriales del Financial Times fueron el preludio, la campaña europea ha sido la constatación. Mientras el cara a cara entre Arias Cañete y Valenciano evitó abordar el tema, los candidatos a presidir la Comisión saben que tendrán que afrontar el doble problema, escocés y catalán, en un momento u otro del mandato y no rechazan hablar sobre ello (cada uno a su manera). Nos encontramos ante dos escenarios que tienen una diferencia fundamental: que mientras Westminster y Holyrood saben afrontar la campaña por el referéndum del 18 de septiembre entablando un verdadero duelo de caballeros, en España no hay manera, ya que la sacrosanta constitución se antepone a la radicalidad democrática del proceso soberanista catalán.

Mientras la cultura democrática del Reino Unido no se puede poner en duda, en España más de uno puede comprobar que, desgraciadamente, todavía se vive la política demasiado en blanco y negro: el machismo de Arias Cañete o las declaraciones racistas del presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, ensucian el debate, mientras que las declaraciones populistas de los dirigentes del PP sobre una futura Cataluña independiente –Rajoy brama en Barcelona que quedaríamos "fuera del mundo"– se contraponen con el racionalismo centroeuropeo, con los representantes de la ética protestante.