La escena política española

Las elecciones, mejor cuanto antes

Gobierno y oposición obvian los problemas del país y actúan solo en función de intereses de partido

CARLOS ELORDI

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Lo menos malo que puede pasar en estos momentos es que se adelanten las elecciones generales. Aunque solo sea para evitar que se prolonguen el marasmo y la parálisis que dominan la escena política española. Los responsables de conducir, desde el Gobierno y desde la oposición, a un país aquejado de tan graves problemas como los que tiene el nuestro no pueden seguir haciendo como si no existieran y actuando únicamente en función de sus intereses de partido. El cambio que tanto se pregona es que deje de ocurrir lo mismo de siempre. Y hoy por hoy, estamos igual que ayer.

La propaganda oficial sobre la recuperación ha tenido éxito en un aspecto crucial: ha adormecido la sensibilidad de la opinión pública respecto de los problemas económicos y los ha alejado del terreno de debate. Hace tiempo que los socialistas han dejado de contestar el triunfalismo económico del Gobierno. Porque no creían que fuera productivo, porque no querían que les restregaran sus pasados fracasos en la materia o porque no tenían mucho nuevo que decir. Los sucesivos cambios del programa económico de Podemos han logrado que sus ideas en este capítulo sean hoy un misterio. Ciudadanos parece tenerlas más claras. Pero las ha aparcado y de lo único que habla es de lucha contra la corrupción y de regeneración democrática. Porque cree que eso da más votos.

La gran debilidad de la economía

Frente al triunfalismo del FMI y de la Comisión Europea -que dicen que España va bien porque eso confirma que sus opciones políticas son las buenas-, los análisis independientes coinciden en subrayar la gran debilidad de la economía española. Por la enorme tasa de paro, porque el empleo que se crea genera poco consumo, porque las actividades que crecen producen poco valor añadido. Pero ahora, cuando se cree que la crisis griega provocará inestabilidad en los mercados financieros, sea cual sea el resultado del referéndum, la mayor preocupación es el enorme endeudamiento externo del Estado, de la banca y de muchas empresas españolas que hace a España muy vulnerable.

Rajoy y su Gobierno están ocultando esa debilidad y los riesgos que conlleva. Prefieren, deformando el ejemplo de Syriza, agitar el miedo a un futuro Ejecutivo con el apoyo de Podemos. Y seguramente confían en que esa eventual tormenta financiera estalle después de noviembre, ya pasadas las elecciones. Mientras tanto, electoralismo a todo pasto, como la rebaja del IRPF, aunque sea incumpliendo los requisitos de déficit impuestos por Bruselas. Los demás partidos no entran en esas cuestiones. Los intereses electorales están paralizando la política.

El silencio es aún más absoluto en torno a la crisis del modelo autonómico. Desde que Artur Mas lanzó su desafío no se habla de ello. El asunto ni siquiera ha resurgido durante la campaña para las elecciones autonómicas, que se ha librado a golpe de denuncias sobre corrupción, que parece haberse convertido en el único problema de la política española. Por no hablar, ya ni se habla de la crisis catalana y hay que adivinar las ideas del PSOE al respecto por el tamaño de la bandera española que Pedro Sánchez colocó tras de sí en un mitin. Pero alguno de los nuevos presidentes regionales socialistas ya ha dicho que no va a recortar más gastos. ¿Hasta cuándo se puede mirar para otro lado?

A cosa de dejar todo pendiente

El Parlamento está muerto. Hasta las tertulias languidecen. A pesar de eso, buena parte de la opinión pública sigue queriendo que pasen cosas. O, mejor, que lo que empezó a ocurrir el 24 de mayo, la derrota del PP, se complete en la siguiente tacada. Van a hacer lo imposible Rajoy y el PP para impedirlo. A costa de dejar todo pendiente y de que la gestión de la próxima legislatura vaya a ser imposible.

Deben creer que los cinco meses que quedan pueden serles provechosos. No tienen escándalos de corrupción ni juicios sobre la misma en perspectiva, y creen que el martilleo sobre la recuperación y el 'Gobierno serio' les pueden dar frutos. Por eso, y seguramente también para confundir al personal, Rajoy ha dicho que va a presentar el presupuesto para el 2016. Puede que también el PSOE esté interesado en disponer de más tiempo para seguir con la campaña publicitaria que parece estar mejorando su imagen. Cinco meses más de campaña tampoco le vendría mal a la imagen de Albert Rivera y Ciudadanos. Podemos, por el contrario, se está preparando para un adelanto electoral.

A la vista del panorama, esta salida sería la menos mala para los intereses generales. Y no cabe descartar que si la tormenta financiera estalla antes de lo previsto y la prima de riesgo vuelve a dispararse, también Rajoy apueste por esa opción. Antes de que le caiga encima el entramado. Y, de paso, para redimensionar la bofetada que puede darse en las catalanas.