OPINIÓN

Las cuentas de la vieja

Consumidoras en un supermercado Condis de Barcelona.

Consumidoras en un supermercado Condis de Barcelona. / periodico

JOSÉ CORBACHO

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Antes siempre salían bien lascuentas de la vieja. Sumando por aquí, restando por allá, incluso al dividir o multiplicar, el resultado siempre cuadraba.

Algunos dirán que este axioma se cumplía porque se contaba con rigor, se ajustaban ordenadamente los números y nunca se perdía de vista la realidad por cruda que fuera.

Pero es que ahora, ni el rigor ni el orden y mucho menos la realidad, ayudan a la vieja a que salgan sus cuentas.

He ido a comer a casa de mi madre ("mi vieja", como dicen los argentinos y decíamos nosotros en el barrio cuando éramos críos, aunque a mí nunca me gustase esa expresión). Visitarla a ella y pasear por las calles donde crecí es una necesidad vital, que ayuda, y mucho, a seguir con los pies cerquita del suelo.

El menú en la casa donde nací, como la casa misma, siempre es sencillo pero sabroso. Ya se sabe que cómo cocina una madre, uno no va a cocinar en la vida. En esta ocasión, aparecen unos solomillos recién llegados de Salamanca.

Oferta del súper

"Me ha traído esta carne tu primo, porque en cada kilo te ahorras casi 20 euros. Y es que hay que mirarlo todo, hijo. El otro día, por una oferta de suavizante me ahorré seis euros comprando cuatro botellas".

Y así, como siempre sucede en los últimos meses que me siento a comer con mi madre la economía doméstica se adueña de la conversación. Su "calculadora mental" se pone en marcha y me explica, que este 2013 viene fuerte:sube la luz, el agua, el transporte público, se sigue pagando por receta y ya anuncian que subirán productos como el aceite, la leche, las hortalizas... Por no hablar de esa pensión que "nunca se iba a recortar" pero que tampoco se ha movido y que por mucho que se estire ya no llega para todo.

Las cuentas claras: menos de 600 euros al mes para una viuda a la que sus gastos le ascienden a más de 300.

Porque a la peluquería he decidido no renunciar, hijo. No iré cada semana, pero cada 15 días sí.

Y las cuentas de la vieja se vuelven demoledoras. Ya no cuadran. ¿Cómo se vive con poco más de 200 euros mensuales? Ahora entiendo los paseos por los supermercados buscando las mejores ofertas...

Salud y ahorros

Por suerte mi madre tiene salud (que dicen que es lo primero), pero también tiene unos ahorros a los que cada vez recurre más y tiene dos hijos que trabajan (crucemos los dedos) aunque también tiene el amor propio de esa generación que ha trabajado 40 años para sacar a sus hijos adelante sin pedirles nada a cambio.

Me tomo el café. Dos besos y un abrazo de despedida. Mi madre vuelve a sus labores y yo vuelvo a pasear por las calles del barrio, que hoy más que ponerme los pies en el suelo me los hace sentir de cemento. Me cruzo con las vecinas de toda la vida, con las madres de mis amigos de la infancia, que me saludan sin perder nunca esas sonrisas llenas de arrugas. Y en ese momento pienso si los responsables de toda esta situación en la que estamos, tendrán madres que hayan renunciado a su peluquería semanal. Porque si las tienen, deben entender que haya mucha gente que se acuerde de ellas, ya que ellos no lo hacen.