Las armas de guerra de Montoro y Junqueras

Cuando la ciencia aterriza en el terreno político, el debate económico puede convertirse en una arma de guerra o de destrucción masiva

OLGA GRAU

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Cuentan las personas más próximas a Andreu Mas-Colell que se siente aliviado desde que abandonó sus responsabilidades como 'conseller' de Economia de la Generalitat y ha regresado a la Universitat Pompeu Fabra. En el mundo académico, la economía se aproxima a la ciencia, incluso a pesar de los enfoques objetivos o subjetivos que se adopten. Cuando la ciencia aterriza en el terreno político, el debate económico puede convertirse en una arma de guerra o de destrucción masiva.

Este sabio académico de prestigio internacional procedente de Harvard y Berkeley, lo vivió en sus propias carnes durante el quinquenio que estuvo al frente de economía. Él mismo experimentó una mutación impropia de su condición de académico al elaborar y justificar los presupuestos de la Generalitat. Sus cuentas incluyeron partidas de ingresos ficticias o muy hipotéticas, sobre todo en el capítulo de las privatizaciones (la concesionaria de aguas ATLL) y venta de activos (inmuebles).

La misma ingeniería financiera realizada por Mas-Colell para justificar el cumplimiento del déficit ante Cristóbal Montoro, la utilizó el ministro de Hacienda ante la Comisión Europea para simular que España cuadraría las cuentas. Tanto Mas-Colell como Montoro sabían que el objetivo de déficit no se iba a lograr, también lo sospechaba Bruselas, pero la estrategia año tras año consistía en mentir para ganar tiempo sin saber muy bien para qué.

Oriol Junqueres, vicepresidente del Govern, ha heredado la patata caliente de encabezar la Conselleria de Economia en un momento en que la deuda pública catalana suma 72.274 millones, el 35,3% de la riqueza que genera la comunidad en un año, cuando en el 2008 era un 10%. Además, el 60% de esta deuda se encuentra en manos del Gobierno central, ante la imposibilidad de Catalunya de financiarse en los mercados. No se confundan: no se trata de un error táctico, ni estratégico, es decir, su socios de gobierno de Convergència no le han colado un gol. Junqueras, aunque hace alarde de su formación en historia de la economía, sabe perfectamente que no hay 'conselleria' más política que la de Economia, convertida en ariete que intentará golpear la fortificación de la maquinaria del Estado en favor de la independencia con argumentos similares a los del anterior Ejecutivo catalán convergente.

El dirigente republicano fue muy elocuente el pasado viernes a la hora de destacar que no se le puede pedir a una administración que no controla sus ingresos, porque la llave de la financiación la tiene el Estado, que cumpla con el objetivo de déficit. Fue la respuesta a las dudas que expresó Montoro sobre el plan de ajuste que le había remitido la Generalitat. Aunque la reunión de Montoro y Junqueras, que vino precedida de un encuentro fugaz la semana anterior entre el ministro Luis de Guindos y Junqueras en el Aeropuerto del Prat, significó un deshielo, evidenció las posiciones enfrentadas entre los dos contrincantes.

Catalunya reivindica la justa devolución de los 1.400 millones de euros que le pertocan de la declaración positiva del 2014 del sistema de financiación autonómica, una reducción de los intereses del FLA del 0,8% al 0% ya que el BCE ha inundado el mercado de dinero barato, y la posibilidad de pasar 1.600 millones de euros de deuda a corto plazo (tres meses) contraída con CaixaBank, el BBVA, el Santander y el Sabadell en crédito a largo plazo (más de un año) para poder incluirla en el FLA. La respuesta de Montoro a todo ha girado alrededor de "ya lo veremos" o "ahora no toca".

Dejó la puerta abierta a ir ingresando de forma fraccionada los 1.400 millones hasta julio, pero siempre controlando para qué se usan los fondos. El primer capítulo de los futuros encuentros y desencuentros se saldó sin acuerdos específicos en una jornada en que la agencia de 'rating' S&P degradó aun más el 'rating' de Catalunya. El Gobierno central seguirá usando la llave de la financiación como arma de guerra y la respuesta será política. No lo confundan con economía. Eso es otra cosa.