ARTÍCULOS DE OCASIÓN

Las alegres viudas de Colsada

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DAVID TRUEBA

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 Aún recuerdo el día en que, con gran ilusión, mi amigo Luis Cuenca, actor con el que trabajé en mi primera película y ya no faltó en ninguna hasta el día de su muerte, me llamó para decirme que estaba pasando unos días en Barcelona. Cuenca, que había sido un actor de revista incombustible pese a la fragilidad de su aspecto, fino y escuchimizado, había trabajado 40 años a las órdenes de un empresario llamado Matías Colsada. Dueño de un imperio que arrancó como batería de orquesta tras la guerra y que le había llevado a descubrir talentos como el de Lina Morgan y comprar teatros y locales de fiesta, siempre ofrecía a su viejo amigo Cuenca quedarse en habitaciones de alguno de los hoteles de su propiedad. Aquel día Luis se hospedaba en el hotel de encima del teatro Apolo, donde tantos años trabajó en larga temporada. Durante su estancia en la ciudad, aparte de mostrarme el Bagdad y demasiados secretos del Paralelo, organizó una cena con Colsada: “Tienes que conocerlo, David, es un personaje maravilloso”.

Matías Colsada me pareció un perfecto secundario del cine americano de los 40, al estilo del inigualable Eugene Pallette. La mayoría de las cosas que hablamos no puedo reproducirlas en una revista autorizada para todos los públicos, pero me sorprendió su energía y vitalidad, su atenta revisión de la taquilla de todos los días y su pasión por las clínicas antienvejecimiento de Suiza. Empresario que lanzó al mundo el concepto de las alegres chicas de Colsada, vedetes y coristas que explican la historia de España con su discurrir profesional, murió poco después, supongo que de un infarto en acto de servicio como mandan los cánones sanitarios con los ricos activos. Fue entonces cuando conocí a su viuda real, Dolores Cano, que todo el mundo llamaba por su nombre artístico, Tania Doris, con el que había hecho fortuna en la revista. Al morir Colsada con una esposa legal en Zaragoza, la familia oficial decidió que la mujer con la que el empresario había compartido la vida hogareña desde 1969 no tenía derecho más que al piso en el que vivía.

Recuerdo que Luis Cuenca participó en el juicio como testigo para declarar que Tania Doris convivía con el empresario desde muchos años atrás, trasladada su residencia de Zaragoza a Barcelona, y aquella comparecencia me pareció una escena de españolada. Hace pocos días me enteré de que el tribunal le ha concedido a Tania Doris la parte proporcional como pareja del empresario, que en una fortuna reconocida de 40 millones de euros se condensa en casi 2,5. El mundo del espectáculo suele ser siempre un anticipo de la vida real. Fue el primer lugar donde el amor libre, el divorcio, la homosexualidad se vivían con absoluta franqueza, en un país que era parecido a los reinos islámicos de hoy en día, una auténtica hipocresía expandida en la vida pública. El premio a ese esfuerzo por normalizar en la ley lo que es normal en la calle suele ser pagado con el abandono y la miseria y muchos artistas mueren en la indigencia después de haber enriquecido las cuentas corrientes de empresarios, agentes y amantes furtivos. Al menos con Tania, una señora estupenda, podemos festejar una viudedad alegre.