El epílogo

Larsson ya lo dijo

JUANCHO DUMALL

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Algunos críticos han señalado que el éxito mundial de la novela negra escandinava se debe a que, más allá de las tramas, muchas de ellas excelentes, sus historias son relatos realistas, casi reportajes, que descubren la cara oculta de unas sociedades que nos fascinan precisamente por su seguridad, por su cohesión social, por su espíritu igualitario. Por las páginas deStieg Larsson, Henning Mankell, Anne HoltoJo Nesbopululan antiguos nazis, acosadores sexuales, maltratadores de mujeres, traficantes de inmigrantes… Constituyen un retrato negro de la vieja sociedad del bienestar, desconcertada hoy ante la globalización, el libre movimiento de personas, el permanente cuestionamiento de los valores tradicionales.De esas sociedades llenas de ángulos oscuros que retratan los nuevos escritores suecos, noruegos, daneses y finlandeses surgen personajes como el que el viernes convirtió en un infierno una idílica isla que emerge en el fiordo Tyri.

Los noruegos lloran hoy a sus muertos, perplejos ante el tamaño de la barbarie, incrédulos ante la constatación de que en su país, modélico en tantas cosas, vive también el diablo. Es rubio y alto. Es cristiano y usa las redes sociales. Es uno de los nuestros.

Odio y fanatismo

El mes pasado se publicó en EspañaLa voz y la furia, un libro que recoge los artículos queStieg Larsson, el fallecido autor de la trilogíaMillennium, publicó en su faceta de periodista y que tenían como hilo conductor la denuncia de los grupos extremistas neonazis. Uno de esos artículos, publicado en 1995, se titulabaEn Estocolmo también pueden producirse atentados terroristas. Este es uno de sus párrafos: «Al final, una masacre como la de Oklahoma [el 19 de abril de 1995 un veterano de la primera guerra del Golfo mató a 168 personas al hacer estallar una bomba frente a un edificio público] ocurrirá también en Suecia. Disponemos de todos los ingredientes: odio, fanatismo, glorificación de la violencia y mentalidad sectaria».Larssonsolo se equivocó en una cosa: no ha ocurrido en Suecia, sino en su vecina Noruega.