Análisis
La larga marcha
Pedro Sánchez es 'coronado' ahora, pero su objetivo de alcanzar la Moncloa tardará
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
El título me ha torturado. Asistimos a una 'coronación' de Pedro Sánchez. No solo ha vuelto en olor de multitudes al liderazgo perdido, sino que la última encuesta (la de My Word) da al PSOE una sensible subida y Pedro Sánchez es el presidente preferido por los españoles (31%), por delante incluso de Albert Rivera (28,5%), que solía ser el más valorado.
El PSOE ha salvado su peor momento desde 1977 gracias a que la victoria de Sánchez ha sido amplia, a que la gestora no se sobrepasó más de lo esperado y a que Felipe González --que llamó a rebelarse contra las terceras elecciones-- ha reconocido estar en minoría y que toca a Sánchez fijar la línea. Y los barones no escupen al cielo. La candidata no funcionó y Fernandez Vara --el único que tras las elecciones de junio no quiso cargar solo a Sánchez el muerto de la abstención-- presidirá el Consejo Territorial. Sánchez hará una ejecutiva afín, basada en Pepe Ábalos --que se ha revelado un muy sólido parlamentario-- y Adriana Lastra. Con hueco para Patxi López y con dos o tres catalanes (de distinto signo) porque Miquel Iceta captó mejor que Felipe --no deja de ser curioso-- el sentir de la militancia del PSOE.
NO HABRÁ MOCIÓN DE CENSURA TRIUNFANTE
Pero no es la coronación que quiere el líder socialista. Su objetivo es la Moncloa. Por eso, aunque no se parece a Mao Zedong, el título del artículo es La larga marcha. Desde que en el 2013 hacía footing para las primarias a candidato, a ganar (contra Madina y con el apoyo de Susana Díaz) las primarias para secretario general, a impedir (la prensa decía que no podría) el sorpasso de Podemos en diciembre del 2015 y junio del 2016, a dimitir en otoño del 2016 y a su vuelta como ganador esta primavera, Sánchez ha demostrado ser un político duro, inasequible al desaliento, que sabe adaptarse y que cree que Madrid no es Berlín. Aquí manda el PP o el PSOE y las tropas respectivas no entenderían otra cosa. Por eso la antipatía --mutua y excesiva-- con Rajoy.
Tras el denso discurso de Ábalos en la moción y la réplica de Iglesias (más cautelosa que otras veces), está claro que vamos directos a las elecciones del 2019. No habrá moción de censura triunfante porque Iglesias (como en el 2016) veta a Ciudadanos. Aceptaría al PNV o al PDECat, pero no a Rivera. Los números dicen, pues, que prefiere que siga Rajoy y quiere tener más votos que el PSOE en el 2019. Todo lo demás es palabrería.
CATALUNYA: HACER CASO A ICETA
A Sánchez le queda una larga marcha de final incierto. Rajoy podrá gobernar porque ha sabido armar una coalición de circunstancias. Respecto a Catalunya, Sánchez dirá que España es una nación de naciones y hará caso a Iceta: sí a una negociación flexible en busca de un pacto, no al referéndum unilateral. En esto, tanto Rajoy como Sánchez (y Junqueras) tienen una ecuación endemoniada.
Pero Rajoy sudará. Iglesias y Rivera se vetan, pero habrá coincidencias puntuales contra el PP. Lógico. Pero ojo con las cosas de comer. Según Gesop (que no es la FAES), hoy el 47% de los parados tienen esperanza de encontrar empleo. Hace cinco años eran solo el 23%. La mitad.
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