Pequeño observatorio

La vida pasa por la escalera

La casa donde vivo es ahora un semillero de jóvenes y nosotros ya somos los 'viejos'

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Hará más de 60 años que me instalé en este piso donde vivo. Éramos entonces una pareja joven, los nuevos de la casa. Desde entonces hasta hoy ha ido pasado el tiempo, un año tras otro. De vez en cuando había algún pequeño cambio en esa estructura vecinal. Una familia nos dejaba para trasladarse a otra casa, quizá de más categoría, tal vez por razones familiares. Y así nos hemos ido acostumbrando a ver nuevas caras, unos vecinos que empujaban unas sillitas con niños pequeños, una chica que llevaba una guitarra. Otra que sacaba a pasear al perro.

Como la casa tiene siete plantas y vive bastante gente, nos hemos acostumbrado a coincidir con alguien delante de la puerta del ascensor. El hecho es que a menudo hay que preguntar «¿a qué piso va usted?» y es el momento de ejercer una pequeña cortesía que coincide con una decisión práctica: «Ah, así usted bajará antes», y nos colocamos por orden de salida. A veces alguien llega con una carretilla que ha llenado en el súper y dice «suban, suban ustedes, que voy muy cargado».

Poco a poco han ido aumentando las novedades. Aquella pareja con dos niñas pequeñas que me pregunta «¿a qué piso?» para poder pulsar amablemente el botón.

La presencia de nuevos vecinos se ha ido acelerando. Y siguen siendo nuevos, para mí, aunque ya haga tiempo que los veo, aunque incluso uno de ellos haya subido a casa para resolver un problema de mi televisor. Uno de los más arraigados en la casa es un ángel administrativo, una chica que se hace cargo de unas gestiones que a mí me agobian. Vive en el piso de enfrente nuestro. Y me doy cuenta de que se podría decir que la casa donde vivo está dividida, aproximadamente, en los pisos de arriba y los pisos de abajo.

La escalera de casa se ha convertido en un semillero de jóvenes. Y recuerdo que yo también era joven cuando me instalé. Eramos los nuevos, y ahora somos los viejos. Tenemos unos vecinos muy educados que nos dicen que somos los más «antiguos».