tú y yo somos tres
La vida invisible
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Hoy debería hablarles del seguimiento televisivo de las elecciones griegas, del buen trabajo, por ejemplo, de Ana Pastor en El objetivo, manteniéndonos perfectamente informados del recuento electoral y analizando el nuevo panorama político que se dibuja. Hoy debería hablarles del enfado de doña Esperanza Aguirre en Espejo público, recriminándole a Susana Griso que se pusiera a hablar de Grecia, que parece mentira tanta propaganda, que eso de Grecia no es noticia ni nada, y que «si Antena 3 hace eso ¡lo que estará haciendo La Sexta!». ¡Ahh! Cómo enseñaba el plumero nuestra admirada señora Aguirre. Hoy debería hablarles de esa bendición informativa que es Luis Bárcenas, todos los lunes miércoles y viernes por la mañana saliendo de su domicilio para ir a firmar al Juzgado número 5, y haciendo fulminantes declaraciones a la nube de periodistas que le aguardan. Las de ayer, recogidas en Al rojo vivo, particularmente explosivas. Del portavoz del PP Rafael Hernando dijo: «Ha llegado donde ha llegado arrastrándose como una culebra». Y a Esperanza Aguirre le dedicó este suvenir: «La delincuente es ella. Tiene mucho que contar de lo que ha llegado a hacer en Madrid». Hoy debería hablarles, sí, de todas estas cositas, tan sabrosas, y tan significativas. Pero les hablaré de otro asunto.
Les quiero hablar de Jaume Marsé, compañero de la vieja y desaparecida Escuela Oficial de Periodismo. Nada he sabido de él en estos más de 40 años transcurridos. Albert Om (El convidat, TV-3) me ha descubierto su vida, su vida invisible de ser humano sin techo, durmiendo en un banco de la Rambla del Raval. Por fortuna los ángeles de la Fundació Arrels rescataron a Jaume, y he podido compartir con él, y con Albert, momentos intensos y profundos. Jaume no ha perdido su retranca. Su ironía. Nos decía: «Hay vidas que son como un listín telefónico: al comenzar ya sabes cómo termina. A mí me gustaría pensar que mi vida es una novela de Agatha Christie». La vida, a Jaume le ha dado duro. Lo perdió todo. Pero no hay rencor en su mirada a pesar de la paliza. Vive ahora en la habitación 205 de la Llar d'Arrels Pere Barnés. Ha dejado de ser invisible. Cuando le preguntan por su familia responde citando a Espriu: «De vegades, és necessari i forçós que un home mori per un poble, però mai no ha de morir tot un poble per un home sol». Ya les advertí que Jaume es tan sagaz como lúcido. Gracias Jaume. Gracias Albert.
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