Geometría variable

La 'vía Urkullu' y la 'vía Mas'

JOAN TAPIA

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Leo en el editorial del primer diario español, el mas conciliador con Catalunya de los que se editan en Madrid: «No es lo mismo el proceso de negociación con España promovido por el PNV que la autodeterminación que reclama la izquierda aberzale ,como tampoco es igual el método del diálogo-negociación-acuerdo-ratificación propuesto por el lendakari respecto al preconizado por Artur Mas, que ha iniciado la casa por el tejado al anteponer el referéndum a cualquier otro paso». Es un aplauso indisimulado a la ya conocida como vía Urkullu frente a la vía Mas. Tiene razón en que la negociación y la busqueda del pacto son mas racionales que la «consulta-consulta-consulta» de Mas. Seguramente es la mala protesta catalana en respuesta a la cafrada de la derecha española de presionar al Tribunal Constitucional por tierra, mar y aire para cargarse en el 2010 un Estatut que ya había sido aprobado en referendo en el 2006 (con el voto en contra del PP y de ERC).

Y, en cualquier caso, el portazo del Congreso al plan Ibarretxe no es comparable al ninguneo de mangonear un Estatut que cuatro años antes había sido votado y refrendado por ese mismo Congreso y por el pueblo catalán. Entonces sí que hubo consulta y los catalanes votaron por permanecer en España. Fue el Tribunal Constitucional el que rechazó esa convivencia.

Pero esa no es toda la explicación de la diferencia entre la vía Mas y la vía Urkullu. Tampoco es lo mismo partir de un concierto económico (que es algo parecido a una independencia fiscal) y de un cupo (que al parecer se acaba de volver a negociar satisfactoriamente para el PNV porque no hemos oído ni un susurro al respecto) que de una financiación que -discusiones y exageraciones de las balanzas fiscales aparte- es indudable que penaliza en euros per cápita (o sea, en igualdad) a las comunidades solidarias.

Pero luego me froto los ojos cuando leo el artículo de una excelente profesional que sigue desde hace años al PP y que explica la reacción favorable del Gobierno ante la propuesta de encaje territorial de corte confederal lanzada por Urkullu: «[…] destacan que el lendakari marcara su propia vía, ajena a la de Artur Mas, de diálogo-negociación-acuerdo-ratificación para avanzar hacia un modelo confederal de soberanía compartida y bilateralidad basada en el respeto a los derechos históricos. […] Una propuesta ajena a la 'imposición' que Rajoy atribuye a las demandas catalanas».

Vivir para ver

O sea, que a los que agitaron la calle contra el Estatut y luego lo llevaron al Tribunal Constitucional ahora les parece bien negociar un modelo confederal de soberanía compartida. O sea, que el intoxicador de la Moncloa se ha convertido a la religión de Duran Lleida. ¡Vivir para ver! Si hubiera que tomarlo en serio, habría que pedir al president Montilla que desempolvara los papeles que envió a Zapatero para que, por vías legales, se devolviera al Estatut lo que la sentencia del Constitucional le había quitado. Lástima que Montilla no acompañara la reclamación con el gesto de retirar a los ministros del PSC (en aquel tiempo, Carme Chacón y Celestino Corbacho) del Gobierno de Zapatero.

La huida hacia adelante de Mas se debe a que el PP opositor estuvo en las antípodas de lo que el agente monclovita pregona hoy desde la penumbra. La vía Urkullu y la vía Mas obedecen a puntos de partida asimétricos. Aunque hay que recordar que cuando en el 2009 el pacto de Patxi López con el PP le quitó el Gobierno vasco (un pacto raro, porque el PP había anatemizado el proceso de paz), el PNV no reaccionó como CiU, que supeditó absolutamente todo a recuperar el poder. Urkullu esperó estoicamente a que las urnas aplicaran su medicina correctiva a Patxi López, mientras que Artur Mas lanzó una airada cruzada contra el tripartito. También es cierto que CiU quedó máss a la intemperie, porque al PNV el muy considerable poder de las diputaciones generales vascas le sirvió de colchón.