La 'V' desde la uvi

Por azares de la vida, paso la Diada en la planta 12 del Hospital de Bellvitge. Desde la sala panóptica se controlan las habitaciones. Un enjambre circular atiborrado de enfermos. Ayes y uyes se oyen todo el rato. Se diría que a la vez llega un clamor humano desde la calle, pero no. Es el zumbido del tráfico. Aunque lo cierto es que 30 metros más abajo, y a tres o cuatro kilómetros, en la misma Gran Via, hay entre uno y dos millones de personas gritando. Muchos han estado alguna vez en Bellvitge, en el Vall d'Hebron o en el Clínic. Casi todos han pasado por un hospital. Y si no, es cuestión de tiempo. No les gusta la situación actual, quieren cambiarla y han salido a quejarse. Otros no. Y unos pocos no pueden. Algunos están precisamente en el hospital, convaleciendo, o bien operando y curando.

La planta 12 de Bellvitge está hecha polvo. Pero funciona. Las enfermeras se desviven ante el dolor del prójimo más allá de su deber. Es enternecedor. ¡Que simpática paciencia! La planta está llena de carteles caseros que explican al paciente que le están desmontando su sanidad impunemente.

Allá abajo probablemente esté desfilando el conseller de Salut, Boi Ruiz, en la V. Valiente paradoja, pues está liquidando la sanidad pública en aras del sector privado. Cerró quirófanos y plantas en verano y ha reducido un 20% el presupuesto. La sanidad se gestiona íntegramente aquí, pero él se apunta a la queja contra España para esconder su acción. Ahora mismo se mezcla entre gente a la que está perjudicando. Ilusionados, cabreados o simplemente cívicos. Sin saberlo, van de la mano de Boi Ruices que ejercen la política contra la gente y a favor de una maquinaria mercantilista que ya no se inmuta ni ante la enfermedad.

No hay camilleros. Cuando al final llega uno, suelta: «¿Sabes cómo le llaman a esto? El EEA. Esto es África». Ni Catalunya ni España.