La Setmana Tràgica de Mas

ENRIC HERNÀNDEZ

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Mil veces dado por muerto políticamente y otras tantas resucitado, en 48 horas Artur Mas ha sucumbido dos veces en el Parlament, víctima de la animadversión de la CUP y de su propia temeridad política. Esta ha sido, sin duda, su Setmana Tràgica, por mucho que ya paladeara los sinsabores de la política cuando muchos lo despreciaron como 'delfín' de Jordi Pujol. Y cuando ganó dos elecciones sin alcanzar el poder. O el día en que, tras precipitar unos comicios a lomos del caballo independentista, se pegó una dolorosa costalada en las urnas. Supo siempre, sin embargo, ponerse de nuevo en pie y mantener la compostura. No cabe decir la mismo de la imagen que ha proyectado durante el debate de su fallida investidura.

Con un partido carcomido por la corrupción y corroído por las dudas sobre la aventura revolucionaria emprendida junto a los antisistema, pero al tiempo aferrado a su solitario liderazgo, pocos en el entorno del 'president' de la Generalitat se atreven a discrepar en privado, y casi ninguno en público. La fe ciega en su capacidad de persuasión, reforzada cuando forzó a ERC a compartir la lista de Junts pel Sí, se debilita al constatar que ninguna de las ominosas cesiones ante la CUP obtienen la anhelada contrapartida. La antaño moderada CDC ha cruzado el Rubicón con una declaración de desobediencia que escandaliza a su electorado, y Mas ha completado el rito sacrificial al ofrecerse a encarnar una presidencia mutilada y con fecha de caducidad, cuestión de confianza mediante. Cuesta imaginar qué otras renuncias cabe realizar para que la asamblea de la CUP, con la coherencia como bandera, mude del 'no' de este jueves al préstamo de dos 'síes' en una nueva sesión de investidura.

Los idus de marzo

Convergència, amordazada para no entorpecer unas negociaciones de las que el 'president' apenas informa, afronta las elecciones del 20-D con la amarga sensación de ser víctima de una pinza entre la CUP y ERC, y con el republicano Oriol Junqueras acomodado en el centro del independentismo. Pero si Mas no rompe el cerco de la CUP, la verdadera Setmana Trágica llegará con los idus de marzo.