La clave
La prueba del nueve (N)
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Lo vaticinó una preclara Carme Forcadell el pasado domingo, con la unidad soberanista rota en mil pedazos y sin ocultar su desagrado con la alternativa al 9-N ideada por Artur Mas: «El Estado español, que nunca nos decepciona, también nos ayudará a seguir juntos hasta el final.» Dicho y hecho. El sucedáneo de votación promovido por la Generalitat, que a nadie convencía, deviene ahora un nuevo desafío para el independentismo --más ambicioso si cabe que la cadena humana del 2013 o la V de la última Diada-- ante el propósito del Gobierno central de bloquearlo en los tribunales.
Rara vez un presidente solicita informes jurídicos para impugnar una iniciativa autonómica y luego renuncia a hacerlo. De ahí que la orden de Mariano Rajoy Mariano Rajoy a la Abogacía del Estado para que estudie los recursos, cosa que ya hacía discretamente pese a la tregua verbal del Ejecutivo, anticipe una nueva batalla jurídica de imprevisibles consecuencias políticas.Y supone la prueba del nueve (N) de que, pese a las sospechas de los compañeros de viaje de Mas, este no tenía un pacto tácito con Rajoy para montar la votación bis sin obstrucciones del Estado.
EL PEGAMENTO DEL PP
Es cierto que el Gobierno se inclinaba por tolerar la movilización alternativa del 9-N, siempre que la Generalitat no la presentara como una consulta. Esperaba, pues, a que la «argucia» de Mas tomara forma. Tres son los factores que han llevado a Rajoy a mudar su táctica: primero, las denuncias de directores de instituto, avaladas por los sindicatos, sobre las presiones de la Generalitat para que cedan los locales 'voluntariamente', sin orden por escrito que los ampare; segundo, la noticia de que el Govern convocará a las urnas con pocas horas de antelación Governpara esquivar la impugnación, lo que el Ejecutivo interpreta como un intento de humillar al Estado; y tercero, el aval del independentismo cívico y partidista al 9-N, que, aunque poco entusiasta, asegura una elevada participación.
Ahora es la intervención del PP, el mejor pegamento para la porcelana soberanista, la que garantiza el éxito del 9-N, de una forma u otra. La prueba del nueve de la unidad soberanista, a partir del 10-N.
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