La pregunta es: ¿de verdad no va a pasar nada?

Bianchi es atendido por los servicios de emergencia tras sufrir el accidente.

Bianchi es atendido por los servicios de emergencia tras sufrir el accidente. / HIROSHI YAMAMURA

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cierto, han pasado solo 48 horas desde que el joven piloto francés Jules Bianchi, de 25 años, se estrelló contra un tractor-grúa en el circuito de Suzuka se dañó la cabeza gravemente --hasta el extremo de llevar esas mismas horas, esos dos días, luchando entre la vida y la muerte en un hospital japonés-- como para empezar a extraer conclusiones.

Pero sí es tiempo suficiente, visto que todo el mundo --especialmente el mundillo de la F-1-- ha escondido la cabeza bajo el ala y dado el silencio por respuesta, de preguntarse: ¿de verdad no va a pasar nada?, ¿de verdad no va a dimitir nadie?, ¿de verdad no sabremos qué, cómo y por qué ha ocurrido algo que suena a auténtica chapuza?

Hace unas horas, antes de que Japón se fuesen a dormir, Masamichi Miyazaki, uno de los responsables del circuito de Suzuka, ha declarado, y se ha quedado tan tranquilo, que todo fue fruto de la "mala suerte". Christine y Philippe, los padres desolados, destrozados, de Jules, merecen una explicación seria, real, auténtica y no fiarlo todo a la mala suerte pese a que ellos, como todos los padres y familiares de pilotos de carreras, saben que corren el riesgo de que ocurran estas cosas.

Nadie pide dimisiones

Nadie habla de la investigación que, supuestamente, se ha abierto del accidente. Nadie recuerda que la carrera, como se había propuesto, rumoreado, conversado, debatido, pudo adelantarse unas horas (no habría pasado nada, pero el negocio de la televisión lo frenó) para sortear (¡gran idea!) las secuelas del tifón 'Phanfone' podía ocasionar, entre ellas ese nefasto diluvio. Nadie mira, ni habla, ni señala, ni pide la dimisión (¡menuda herejía!) del todopoderoso Charly Whiting. El responsable de seguridad y director de cada carrera desde hace 17 años tardó mucho (un minuto pudo evitar la terrible colisión) en sacar a la pista el coche de seguridad para detener la prueba y evitar la salida de Bianchi.

Nada ha pedido el equipo anglo-ruso Marussia-Ferrari, no vaya a ser que el todopoderoso --este sí, este más-- Bernie Ecclestone decida que esa escudería no recibe más dinero. Nada se sabe de si la asociación de pilotos --que sirve de poco, la verdad-- ha pedido que se aclare todo. Se supone que sí. O no. No se sabe. Nadie ha dado la cara, aunque sí se sabe que todos los pilotos de la parrilla le han deseado una pronta recuperación a su colega con sus vistosos tuits y desde otras redes sociales.

El 'circo' ya está en Rusia

Nadie conoce la opinión del dueño de este gran negocio, el mismo Ecclestone, capaz de pagar 100 millones de dólares por silenciar bocas y evitar juicios. Nada se sabe, tampoco, si la poderosa Formula One Management, gestora de todo este tinglado, ha hecho algo tras el accidente que no sea intentar censurar en las redes sociales el vídeo que demuestra la inmensa chapuza que fue el rescate del Sauber del alemán Adrian Sutil y el impacto estremecedor que sufrió Bianchi.

Solo sabemos una cosa, sorprendente: el 'circo', ese gran circo que es la F-1, recogió sus carpas, sacó brillo a sus coches, los metió en grandes contenedores, envolvió con celofán todo su glamur, revisó sus cuentas y se subió a la flota de aviones contratada expresamente para, dos días después, es decir, este mismo martes, montar sus carpas, su pista, su coso, en la novedosa Sochi, el punto escogido para que el gran negocio siga funcionando siete días después de tan tremendo accidente. Esta vez en la neutral Rusia, como todo el mundo sabe.