La rueda

La política son los sondeos

El gran protagonismo de las encuestas es la expresión del vacío y la inanidad de la política española

CARLOS ELORDI

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La España política ya no hace más que jugar a los sondeos. O, cuando menos, eso es a lo que se dedica la parte de la misma que aparece en los medios de comunicación. Al minuto de publicarse una encuesta -y sale más de una a la semana-, decenas de expertos describen con seguridad aplastante el nuevo panorama político que inevitablemente se va a deducir de las mismas. Como si fuera una realidad incontrovertible que nada ni nadie puede cambiar. No se admiten dudas. Se sabe todo lo que está pasando y lo que va a pasar. Basta la pequeña modificación de un porcentaje para alumbrar un nuevo mundo.

La acción de los políticos sigue disciplinadamente ese paso. Los sondeos indican el camino a los partidos. Cualquier novedad en la actitud de la gente hacia la cosa pública, por nimia que sea, provoca automáticamente un cambio en el discurso de los dirigentes, aunque pasado un tiempo se tengan que desdecir del mismo. Se ha dicho siempre que la opinión pública no puede decidir la política. Pero lo que está pasando ahora es peor. Es que quienes mandan son los sondeos. Que a la postre, y sin olvidar su utilidad y su solvencia, son construcciones artificiales que hacen unos individuos, los estadísticos.

El extraordinario protagonismo de los sondeos no es sino la expresión del vacío y de la inanidad de la política española. El instrumento se ha convertido en el rey del cotarro porque quienes habrían de manejarlo al servicio de sus fines carecen de cualquier cosa que se parezca a una idea, a un proyecto. Y así vamos. Creyendo que sabemos algo de lo que está pasando, cuando lo más probable es que la realidad que las encuestas no miden nos esté preparando muchas sorpresas. Porque basta con leer la letra pequeña de las mismas para concluir que buena parte de la gente no tiene ni mucho menos claro lo que hará el día que vaya a votar.