La rueda

La política que interesa a la gente

La política ha sido convertida en teatro del absurdo y el esperpento, y eso quizá se paga

CARLOS ELORDI

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No está claro, nunca lo ha estado, si a la gente le interesa la política. Quienes opinan que la mayoría pasa del asunto aducen, entre otras cosas, el escaso seguimiento de la información política en los medios: en el 2014, solo 73.000 personas siguieron en directo el debate del estado de la nación en RTVE, menos de la mitad que el año anterior. Y los dos debates políticos televisivos de mayor audiencia, los del sábado en Tele 5 y La Sexta, solo atraen, en conjunto, al 22% de la audiencia.

Quienes piensan lo contrario también cuentan con estadísticas que les avalan. La letra pequeña de las encuestas del CIS indica que, aun habiendo un porcentaje significativo de personas, seguramente mayor que en otros países de nuestro entorno, que dan totalmente la espalda a la política, la mayoría de la gente sigue con un cierto grado de atención lo más relevante de lo que ocurre en este terreno, y también que tiene opiniones bastante firmes al respecto. Eso no impide que buena parte de esos ciudadanos se sientan muy lejos del espectáculo político cotidiano, el que dan los partidos y los medios de comunicación.

En este último grupo, seguramente mayoritario, hay de todo. Desde gente poco instruida, que solo tiene ideas elementales sobre la cuestión, hasta gente muy formada, que incluso ha participado personalmente en la política. Lo que une a unos y a otros es justamente el hartazgo, cuando no el rechazo, de lo que ven cada día en la tele. No va con ellos.

No es de descartar que esa actitud haya crecido en los últimos tiempos, ni tampoco que el día menos pensado haga eclosión y se lleve por delante a más de un programa. Y a más de un estratega de comunicación de los partidos. Entre unos y otros han convertido la política en un teatro de lo absurdo y del esperpento. Y eso, a lo mejor, se paga.