Peccata minuta

La plaza de Pastrana

JOAN OLLÉ

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Las mamás hámster, cuando no pueden alimentar a sus crías, las matan. Medea llegó al infanticidio por otros senderos: al saber que su marido Jasón se había ido con Glauce, después de incendiarla a ella y a Creonte, abrazados bajo un riquísimo manto convertido en llama viva por su arte de brujería, decidió que la venganza no sería completa si no exterminaba también a la descendencia de Jasón, es decir, a sus propios hijos.

La tragedia fue, hace ya 26 siglos, la manera de explicar catárticamente a los primeros ciudadanos atenienses que hay cosas que no deben hacerse: matar al padre, copular con la madre, desobedecer las leyes, matar a los hijos… Si quieren volver a acercarse al destructivo amor de Medea, a partir del 23 de abril Aitana Sánchez-Gijón lo encarnará en el Teatro de la Abadía de Madrid. Y si la capital les queda lejos, desde el 9 de abril pueden ver en Barcelona a la Colometa de 'La plaza del Diamante', de Mercè Rodoreda, interpretada por Lolita Flores en el Teatre Goya.

¿Qué tienen en común Medea y Colometa? ¿Ser mujeres de ficción? Colometa no posee poderes mágicos para matar, pero una triste botella de salfumán le basta y le sobra para llevarse al otro mundo -ya que las extremas penurias de este se lo hacen invivible- a sus hijos, con ella detrás. Colometa tuvo la suerte de que, cuando volvía a su casa con el mortífero veneno, el dueño de la tienda de ultramarinos adivinó algo extraño en sus ojos, la siguió, la invitó a volver al colmado, le dijo si quería ir a limpiar a su casa a partir del día siguiente y le metió en el cesto dos latas de conservas. Y ella dejó, discretamente, la botella en el mostrador.

Condenada a vivir

Por lo leído, parece ser que la boliviana Rina M. fue menos afortunada: el farmacéutico que le dispensó los barbitúricos para adormecer a sus hijos de 8 y 11 años antes de ahogarlos en la bañera no fue tan providencial como el tendero de Rodoreda. Rina intentó compensar la muerte de los inocentes con la suya, pero fracasó. Condenada a vivir, el fiscal le reclama 40 años de cárcel. ¿Servirán como atenuantes el reiterado maltrato y abandono del esposo, las tres denuncias presentadas y archivadas contra él, la extrema pobreza, la falta de papeles, la dependencia emocional, una amenaza de desahucio, la desesperación...? Un jurado popular juzga a la doble parricida de la plaza de Pastrana en la Audiencia de Barcelona. La fiscal Teresa Tuerto les advirtió: «No caigan en la reflexión incorrecta de buscar una explicación a un hecho tan grave; no analicen el caso pensando que Rina mató a sus hijos por estar loca».

¿Por qué aplaudimos con entusiasmo a los mitos trágicos en los escenarios y castigamos tan severamente a sus representantes en la Tierra?