La nueva política no existe

XAVIER BRU DE SALA

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Tendría que empezar por pedir excusas pero no lo haré. Ya es mucho si me contengo de ridiculizar con sarcástica crueldad a los predicadores de la nueva política: no existía; no existe; no existirá. En el reino del poder, buscad las novedades en el cielo, no en la tierra.

Personas doctas y muy preparadas discutían sobre el sentido de la palabra 'gobernanza', tan de moda, tan venerada por la izquierda servidora de la derecha. Que si es el arte de incluir a los gobernados en la toma de decisiones, que si se acabará imponiendo y es el futuro de las democracias. ¿Cuántas cátedras de gobernanza habrá dentro de cinco años en el primerísimo mundo? Incontables. Pero, por si acaso, no hablarán de referéndums constantes como en Suiza, el país más feliz del mundo. En vez de consultar al pueblo, gobernanza. En vez de votar a cada paso, un subterfugio más del poder establecido. La gobernanza consiste en hacer creer a los de abajo que mandan. ¡No solo se les escucha, sino que encima mandan! ¿Alguien se lo cree? De modo similar, la famosa responsabilidad social corporativa es aceite sobre las aguas de su entorno inmediato: las empresas siempre han sabido que a su alrededor, las aguas, cuanto más encalmadas mejor. ¿Y a las lejanas? ¡Que les den!

¿Dónde está la nueva política, vendedores de humo? Pocos esperaban que la indignación popular por la corrupción y los abusos se tradujera en abandono masivo de votantes. Aun así, las motivaciones, las maneras, el estilo de los depositarios de los votos de castigo (no de cambio, ilusos) son tan viejos como los caminos de la política señalados por Maquiavelo y Mazzarino (por cierto, el segundo, sucesor de Richelieu, nació en territorio de la Corona de Aragón; a ver si aprendemos algo de él).

Podemos y Ciudadanos tendrán una porción del pastel del poder. ¿Y los ingredientes del pastel? Los mismos. Algunos líderes de uno de los dos nuevos partidos se sentarán en el Consejo de Ministros. Este, no el de cambiar España, es su propósito. Con una diferencia entre ellos. El futuro de Ciudadanos a medio plazo es aún más problemático que el de los partidos de centro en Europa. Más afortunado, Podemos dispondrá de una plaza permanente en la medida en que liquide a Izquierda Unida, el más perjudicado por la indignación y el que menos culpa tiene.

Los historiadores se van a reír de las consecuencias del próximo terremoto electoral. ¿Qué ocurre en España? ¿Se encuentra en plenas contracciones para parir algo nuevo? Recordemos a Horacio: "Las montañas se ponen a parir con gran estruendo y dan a luz a un ridículo ratón".

¿Y los millones de indignados? Que depositen sus falsas esperanzas en las urnas de la izquierda bananera. O bien en las patrocinadas por la casta. Tanto monta.