La clave

La nueva nueva política

ALBERT SÁEZ

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La dinámica social funciona cada vez más de abajo a arriba. Las redes sociales han sido determinantes en este apoderamiento de los ciudadanos como ha explicado desde hace años el sociólogo Manuel Castells. Una manera de ver los resultados de las elecciones del domingo es analizarlos atendiendo a la presencia que han tenido las diversas candidaturas en las redes. Quienes han contado con mayor número de activistas han obtenido mejores resultados, incluso en situaciones de clara hostilidad mediática e institucional.

La iniciativa de Junts pel Sí de reclutar a más de 125.000 candidatos ha sido determinante para movilizar a los 1.600.000 electores que han tenido. La mayoría han lucido su foto junto a la de los candidatos a diputados y el logo de la formación en sus avatares. Han viralizado las convocatorias, los resúmenes, las fotos, las consignas y los argumentarios. Una legión voluntaria imposible de montar a partir de robots. Le han pisado los talones los seguidores de Ciutadans, el partido que sorprendió en el Parlament en el 2006 al lograr tres diputados sin salir ni en la prensa ni en la radio y en la televisión. Los precarios medios de entonces son ahora potentes máquinas de publicitar, acompasadas en este caso por los tenderetes en las calles.

Cuestión de edad

PSC y Catalunya Sí que es Pot han tenido una presencia más discreta. A pesar de que Miquel Iceta es un auténtico nativo digital, lo cierto es que en este punto se resiente del envejecimiento de su militancia y de sus votantes. En el caso de la candidatura de Rabell se han echado en falta los activistas de Barcelona en Comú que ganaron la partida a Trias hace solo cuatro meses. Y posiblemente los de Podemos no se reconocían en el invento.

Las formaciones que han quedado en el pelotón de cola son las que han tenido una presencia más artificial en las redes limitada a las cuentas oficiales gestionadas desde el anonimato: el PP de García Albiol y la Unió de Espadaler Duran. Queda claro que en pleno siglo XXI, la política no puede hacerse solo en los despachos de las instituciones y los bancos.