DESDE 1977

La necesidad de gustar

Cuanto mayor es la propia exposición, mayor es también la inseguridad que genera

LLUCIA
Ramis

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La madrastra de Blancanieves ya no le preguntaría al espejo quién es la más bella. Consultaría en internet cuántos tienen más seguidores que ella. En las redes sociales y las webs de contactos, como en las fotos carnet, la carta de presentación es tu rostro. Por eso Facebook se llama así. En algunas culturas creen que las fotografías te roban el espíritu. Y si el rostro es el espejo del alma, muchos están dispuestos a vendérsela al diablo.

La extendida moda de los selfis ha incrementado el número de cirugías plásticas en Estados Unidos; las rinoplastias, los implantes de cabello y la reparación de párpados han aumentado entre un 6% y un 10%. Uno tiene que convivir con su imagen y, encima, con los comentarios, 'likes' o retuits que le hagan los demás. Cuanto mayor es la propia exposición, mayor es también la inseguridad que genera, puesto que es imposible gustar a todo el mundo. Además, el mundo es cruel, y acostumbra a fijarse (y hacer que te fijes) en tus imperfecciones.

Primero fue la anorexia, luego la vigorexia, ahora la adicción al bótox. Todo canon de belleza tiene su perturbación, cuyo resultado es lo contrario de lo que pretendía, convirtiendo la obsesión de ser atractivo en algo monstruoso. Si la cara es nuestra seña de identidad, al modificarla, ¿quiénes somos? ¿Por qué uno prefiere dejar de reconocerse ante el espejo o internet, a aceptar que es como es?

La palabra 'carácter' viene del griego, y significa "impresión, el que marca". Con las operaciones estéticas, todos los rostros se parecen entre sí, y no a lo que eran. Pero lo triste no es que dejen de impresionar o de marcar. Lo triste es que con las opiniones pasa lo mismo: hay una tendencia a unificar las maneras de pensar, suavizarlas o acentuarlas para gustar a los demás, y obtener así el máximo número de seguidores. Uno vende su alma, su cara y también su cabeza. Al final no se reconoce a sí mismo ni lo reconocen. Y si recibe críticas tan bestias como las de Uma Thurman, siempre puede decir que únicamente era maquillaje.